LAS MALAS BUENAS INTENCIONES
La educación tributaria, al igual que la financiera, debería ser imperativa para todo aquel que quiera integrarse formalmente en una economía.
Por Jorge Iván Cubillos – Vocalista de Black Pop(blackpop.co); emprendedor y Director General de Cudana(cudana.co) – @Jorcub
Cuando decidimos trabajar en un proyecto artístico o de emprendimiento cultural esperando vivir de él, generar riqueza y empleo (además del impacto cultural y social que pueda generar), esperamos que así mismo las normas, leyes, derechos y deberes, sean coherentes para con esas actividades, con sus dinámicas, sus procesos, su cadena productiva y su forma de generar negocios. Deberíamos celebrar y agradecer las iniciativas en pro de minimizar la ignorancia en temas tan importantes como el pago de nuestros impuestos, sin embargo siento profunda decepción (y sorpresa) con nuestro Ministerio de Cultura, quienes, quizá con una «buena intención» que para nada es suficiente, permite que salga a la luz un portal informativo apoyado en un material audiovisual que ridiculiza al artista, en situaciones que no pueden estar más alejadas de la realidad. Nos muestran como imbéciles banales. ¿Cuantos de nosotros nadamos en billetes y los usamos de papel higiénico, como sugieren los videos? ¿En verdad por trabajar haciendo o impulsando el arte nos comportamos como simios? (Ver www.impuestosparaartistas.com).
Desconozco cómo funcionará el tema en otras prácticas artísticas, pero la fortuna de pertenecer, así sea desde una esquina independiente y pequeña, a nuestra precaria industria musical y aportar así sea un granito de arena para construirla, me ha permitido entender que la porción (desconozco los números) de artistas dependientes enteramente de sus creaciones, interpretaciones y apariciones en público es muy (pero muy) pequeña, comparada con la cantidad de personas que, entregadas Profesionalmente (de verdad, con «P» mayúscula) al oficio de ser artista (y a los demás trabajos derivados de aquel, al menos intentándolo), «comen mierda», cumplen horarios de oficina (en actividades no relacionadas), pasan hambre, viven al día, piden prestado, viven de y con los papás, pierden amigos, pierden novias, pierden familias, pierden casas… Ojo, y conozco ambos casos, amigos / colegas artistas y gestores exitosos (incluidos, sin restarles mérito, los provenientes de familias prestantes); como la otra cara de la moneda, que incluye personajes que han construido un imaginario de éxito como figuras públicas, pero que se la rebuscan aún para pagar el arriendo, y que a veces no tienen ni cómo pagar la seguridad social para cobrar la cuenta de cobro para que les paguen la plata (con retenciones) con la que luego van a pagar esa misma seguridad social (¿?).
Es ofensivo, cuando algunos intentamos enseñar y validar vías para alcanzar y construir carreras artísticas sostenibles, y eventualmente rentables. La claridad en los asuntos tributarios hace parte de esas vías pero, si la propia institución que representa la Cultura de un país desconoce en un video «inofensivo» el día a día de quienes trabajan por ella a través del arte, ¿Qué podríamos esperar de la DIAN en esta ecuación? Quienes, como yo, hayan emprendido, pero también hayan vivido alguna vez procesos de mala asesoría contable (con sus respectivas sanciones y secuelas); se hayan caído (incluso quebrado) y luego hayan tratado de levantarse; o quienes simplemente hayan tenido que lidiar con la burocracia tradicional por el ideal de «formalizarse», estarían escandalizados. Me pregunto, ¿Cuán lejana estará esa posibilidad de tener una política pública ajustada a las realidades y necesidades de los artistas (Y de los profesionales que los mueven, apoyan y asisten) ¿Estoy exagerando? ¿Qué opinan?
A propósito del tema, un grupo de artistas y gestores lidera una recolección de firmas para enviar una carta dirigida al Presidente, al Ministro de Hacienda y a la Ministra de Cultura, con un contexto y propuestas valiosas. Se pueden unir aquí: http://ow.ly/wP49302i8rB
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