Aféctame: El arte de cambiar el sonido
Aféctame: El arte de cambiar el sonido
Por Mauricio “Igor” Rodríguez – @IgorSoyYo
Hace unos días un amigo me dice:
– Estoy buscando un buen delay de cinta ¿cómo se cual es bueno?
Mi respuesta fue:
– Pues si necesita hacer esa pregunta tal vez no tenga sentido que compre un delay de cinta.
¿Porque necesita un delay en primer lugar? ¿Ud. reconoce el sonido de un delay vs una reverb con pre-delay? Mejor aún, ¿Ud. reconoce el sonido de un delay de cinta? .
Los músicos somos muy dados a querer cosas que en realidad no necesitamos o de pronto no sabemos ni para qué sirven. Es mejor tener poco, y bien usado, que mucho y sin saber exactamente para qué es.
Es curioso… piensen en esto: Jorge va al concesionario de la BMW y saca un modelo 2018, pero antes de mostrárselo a familia y amigos va a un taller en las afueras de la ciudad y hace que lo pinten de otro color con la pintura dorada más económica posible, que le cambien las sillas de cuero por forros “Gamín” (los que parecen calzoncillo de persona muy obesa) y por supuesto, que le pongan luces neón debajo del carro.
Ahora… Pedro no lleva el BMW a ese sitio sino donde su amigo Pablo Picasso, (quien gracias a la tecnología revivió y ahora se dedica a pintar carros) y el man le hace el diseño más impresionante de la historia y el carro se convierte en una obra de arte.
Mientras tanto Margarita no hizo nada. Salió con el BMW de fábrica.
Jorge desvalorizó el carro, Pedro lo volvió invaluable, y Margarita conservó el valor original (que para empezar ya era alto). Es lo mismo que pasa en el sonido y es el mismo criterio que hay que tener al emplear efectos en la cadena de audio. Al emplear efectos podemos crear sonidos icónicos, como la batería de When the levee breaks de Led Zeppelin, las guitarras de Tom Morello y The Edge, las “voces” sintetizadas de Kraftwerk y Daft Punk. Por otro lado si los efectos se aplican de forma desordenada podemos tirarnos el sonido original. Y es que hay que tener en cuenta que la idea de los efectos no es poner por poner. Si el efecto mejora el sonido original lo conservamos, pero si lo empeora lo quitamos. Es como los políticos en este país, si una línea ideológica ha cagado al país por 200 años uno la cambia por una diferente ¿cierto? Bueno mentiras… mal ejemplo, en Colombia no hay lógica.
[Lee también Anatomía de la canción]
El problema del bien y del mal
El lío está en el criterio con el cual decidimos qué suena bien y qué suena mal. Y eso mis queridos amigos es lo más bonito y polémico de la música: es subjetivo. La música está construida en lo que los teoristas de medios han llamado “discursos”. Según Tim Wall (2003), un “discurso” en música es un grupo de entendimientos compartidos entre músicos y oyentes que constituyen formas de tocar, de oír la música, de baile y movimiento, incluso de lenguaje. Un buen ejemplo de un discurso es el cabeceo propio de los conciertos de rock: nadie puso de acuerdo a a todos los greñudos para que movieran la cabeza al mismo tiempo. Al ser fans de el estilo rock ya saben cómo vestirse, moverse, y comportarse en el concierto. Y eso también aplica para las formas de tocar y los sonidos que la audiencia espera oír. Cada género tiene una estética que tiene tanto que ver con, por ejemplo, la forma como se toca la guitarra con la forma como suena esa guitarra.
Como músicos y productores tenemos que desarrollar un sentido estético para aplicar nuestros efectos. Esto se hace parando oreja, oyendo nuestra música favorita con mucho mucho cuidado. Algo que los ingenieros de sonido llaman audición crítica. Es pasar de oír como músicos y comenzar a oír como productores. La idea es oír muy cuidadosamente a nuestros referentes artísticos y como detectives tratar de decodificar las cosas que hacen que eso suene como suena. ¿la voz tiene o no reverberación? ¿eso es una reverberación o un delay? ¿es corto o largo? ¿la batería suena natural o modificada? ¿el ataque del bombo es pronunciado o atenuado?
Las respuestas a veces no nos gustan. Un ejemplo común que encontré produciendo cantantes es que muchos de ellos se sienten más cómodos con reverberaciones largas y difusas, sin embargo si uno pregunta por sus referencias encuentra uno voces con muy poquita reverb y quizás una reverb corta con un pre-delay largo. La cuestión no es poner unos efectos para uno sentirse mejor, no se trata que a mi me ‘sode’ tal efecto. Se trata de que ese efecto funcione dentro de la estética que queremos crear.
Desarrollando la estética
Dicho esto, mi humilde opinión es esta: para aprender hay que jugar. Si quieres aprender sobre delays, la cosa no es ver todos los tutoriales de youtube. David Bowie decía que lo primero que hacía con un sintetizador o efecto era botar el manual a la caneca y comenzar a mover todas las perillas a ver qué pasaba. Pasar horas y horas tocando con el efecto y alterándolo, conociendo sus límites y posibilidades. Hoy en día hay cientos de efectos en versión plug in que uno puede descargar legalmente y usar por un periodo limitado de tiempo, uno puede usar eso como una herramienta totalmente gratuita para aprender sobre algunos efectos. No importa que la licencia expire, lo importante es aprender. Después de probar muchas cosas uno va desarrollando un gusto por ciertos sonidos y uno va aprendiendo cómo crear los sonidos de otros artistas reconocidos. Y cuando uno ya está más seguro de lo que quiere ya mira a ver en qué equipo invertir.
Cierto, hace mucha falta un Guitar Center en Colombia donde uno pueda ir y jugar con una gama gigante de pedales, ampletos y guitarras, un sitio donde uno pueda probar las cosas con toda tranquilidad antes de comprar (¿ya existe?). Mientras tanto, pienso que el mercado del usado es una buena opción, en grupos de Facebook es común ver gente comprando/vendiendo todo tipo de equipos de audio. Comprar, probar, si no funciona para nuestras necesidades, vender. Y ojo, todos somos músicos y estamos en la misma tragedia de hacer arte en el tercer mundo, tratémonos bonito al comprar y vender.
Efectos para todos
El ‘Vomit-Death-To-My-Mother Distortion Pedal’ no es necesariamente el mejor pedal de distorsión. Muchos pedales del mercado vienen en llamativas cajas y vienen con flamboyantes nombres y colores, pero no se deje engañar: a nadie en el público le va a importar el nombre del pedal que ud. usó, lo que importa es cómo suena. Nunca se deje llevar por la empatía con cierto diseño, tenga en cuenta que ese color y ese nombre fueron diseñados para que Ud. compre ese pedal y seguramente no tiene nada que ver con el sonido real del efecto.
Otro detalle a considerar cuando se quieren usar efectos en hardware son las entradas y salidas disponibles al equipo. Si el efecto va para una guitarra o bajo, hay equipos con entradas adecuadas para esa función, tanto por el tipo de plug como por la impedancia de esos instrumentos. Hay también efectos con entradas dedicadas en XLR para aplicar efectos a micrófonos. A veces se cree que los efectos son sólo para guitarros y bajistas, pero hoy día no hay limitaciones. El batero perfectamente puede experimentar con un delay en la línea del micrófono del redoblante, y si ese delay está ajustado al mismo tempo que el groove que el batero hace, ufff….
Limpio también es una opción
Vale resaltar que tocar sin ningún efecto casi que podría ser considerado un “efecto” como tal. La estética moderna está tan recargada de efectos sintéticos que cuando algo está al desnudo llama mucho la atención. Es cuestión de encontrar un balance con los otros instrumentos, una batería puede tener una reverberación que la haga un poco difusa para que la voz principal se sienta en primer plano muy seca. En fin… como ya dije, es cuestión de la estética de cada género.
Sigan jugando.
Bibliografía: Wall, T. (2003). Studying Popular Music Culture: Hodder & Stoughton Educational.