Salto Cuántico: Un viaje al centro del corazón musical del cosmos
Salto Cuántico: Un viaje al centro del corazón musical del cosmos
Por El Zudaca, Cronista de la Literalleca Soundsystem – @HaroldPardey
“ Ciento ciento ciento punto nada es una emisora que llevo en el alma
llevo emociones una canción sin letra
con buena melodía y no cargo maleta
llevo canciones una cumbia magnética
un sonido bien cargado de tambora
eléctrica
ando caminando
ando por este mundo
propagando“
Camilo Plaza, “La cumbia del loco“
Hay espíritus destinados a fluir como mantras sonoros. Existen artistas que en su extravío esencial por las carreteras del alma nos abren las puertas de la percepción para leer el mundo de formas distintas. Uno de ellos, es el músico, compositor, y productor caleño Camilo Plaza, quien a lo mejor ahora está en la calle, persiguiendo el viento, o tal vez padece una fiebre creativa que no cura, de esas que brotan en el trópico buziraco, mixtura de selva urbana y palenque citadino, cuando uno quiere conocer el continente. A lo mejor es rebelión, y se está tejiendo en el pentagrama con nuestros ancestros, con el viento demente que cruza las fronteras del planeta trampa para danzar una cumbia con la Mamá Killa o alucinar hasta el infinito con la poesía cantada de un Son jarocho.
Estas cualidades esenciales que perseguimos en el arte, están reunidas en su primer álbum como solista, “Salto cuántico”. Cuarenta minutos de alucinantes paisajes sonoros que condensan un viaje de 4 años, en chancla, a dedo, en bus y en moto por México, Chile, Colombia, Bolivia, Brasil, Ecuador y Perú, celebrando la libre sensualidad del mestizaje musical, y la fuerza espiritual de los pueblos mesoamericanos, amazónicos, y andinos en ese espiral de ritmos, voces, cantos, que habitan nuestra América, en sus selvas, ríos, desiertos, montañas y rayuelas cósmicas de energía milenaria.
En la cartografía festiva de la Calicalentura, los acordes mestizos con sabor a maracuviche del pacífico sur, que brotan de la guitarra de Camilo Plaza, tienen un lugar muy especial en nuestra memoria musical. Caminando en clave de surfista, en el segundo año del tercer milenio, lo conocí en un bar clandestino llamado “El Trashumante”, haciendo gozar a un público delirante, consciente y danzante que se hizo comunidad alrededor de las canciones de los grupos “Flor del Hito” y “Mani Son Brothers”, un sonidero tan enérgico como una banda de rock, y tan cercano como una orquesta de algún pueblo del pacífico sur o el caribe macondiano, que propicia un diálogo lúdico con la cosmogonía, los elementales de la naturaleza, sus paisajes y sus habitantes urbanos.
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Algunas tertulias dionisiacas en Univalle y San Fernando me llevaron a identificar sus influencias artísticas primordiales, bandas como Mano Negra y Bloque de búsqueda, juglares como Carlos Vives, Manu Chao, Sergent García, el gaitero y percusionista Urián Sarmiento. Luego las vibraciones de la resistencia cultural, y el encuentro con maestros en el Petronio Álvarez lo contagian de los venenos afro diaspóricos del Pacífico Sur, y le posibilitan comprender que las ondas sonoras se desplazan en diferentes direcciones viajando libremente y transfiriendo energía. Es así como podemos sentir su vibración, aunque no la veamos. Puro malungaje y tejido orgánico, que lo fortalecen como gestor cultural del Festival Reciclando Sonoridades, antes de emprender en 2014 la travesía sonora por América Latina.
A principios del mes de marzo del 2015 en Leticia, el rugido del Jaguar con su magia chamánica, nos convocó a los nietos del maíz, para tejer una nueva conciencia colectiva, en unidad y movimiento por el río-mar Amazonas. Un canto por la sanación universal, encendió la memoria de los mundos ancestrales y no inventados, conjurando a la América nativa que habita en los ecosistemas de Colombia, Brasil y Perú, con el agua que mata la muerte, y donde Camilo Plaza tuvo la oportunidad de cantar junto a Manu Chao y La Ventura, en un precioso momento ceremonial de sanación universal de la húmeda selva tropical , que se multiplicó en la concha acústica del Parque Orellana, para celebrar el grito del Colectivo Jaguar por el agua, por la tierra y por la humanidad entera.
Allí estaba Camilo Plaza, ebrio de felicidad con su equipo rodante y autogestivo, en pleno trabajo de campo creativo de la canción “La cumbia estratosférica”, y que hace parte de su disco Salto Cuántico, al cual define como un viaje sonoro que nació a orillas del río Amazonas, y se fue alimentando de la energía de los seres y los lugares que se cruzaron sin ser buscados. Un camino que se construyó a cada paso, como una posibilidad de encontrarme con mi voz, con el mundo, con seres que no conozco pero se aparecen y se vuelven parte de mi existencia, y quedan para siempre allí, a través de siete canciones. Perderse para encontrarse, sumergirse y compartir con la gente sencilla, que ama la música con la única pretensión de acompañar sus días, con la melodía de la vida, es un regalo que no tiene precio. Un gran rompecabezas geográfico y cultural que se va armando para viajar por desiertos, mares y montañas…para así llegar a tus oídos como una gran voz, donde músicos clandestinos dieron conmigo un Salto cuántico musical”.
https://soundcloud.com/camilo-plaza-salto-cuantico/sets/salto-cuantico