Taking too long? Close loading screen.

Hágalo usted mismo

HÁGALO USTED MISMO

Por Julián Felipe Gutiérrez – @jackmulligan

Todos los intentos que se han hecho por documentar la historia del punk han subrayado el punto que define al género como una respuesta a los artificios que imperaban en el rock en la primera mitad de los años setenta; músicos que cansados de los solos autoindulgentes y maratónicos quisieron volver a las canciones que se tomaban menos de tres minutos para decir lo que tenían que decir. Esta afirmación artística se ve enmarcada en el discurso político de la época: En los Estados Unidos, el escándalo de Watergate, la debacle de Vietnam, y el caos de ciudades como Nueva York estaban armando el caldo de cultivo para una hegemonía republicana, mientras que en el Reino Unido estaba pasando algo similar con la llegada de Margaret Thatcher.

Si bien había una serie de diferencias determinadas por las circunstancias de cada país, la idea que se estaba gestando en un sector cada vez más grande de la población se estaba haciendo cada vez más y más clara: La prosperidad y la riqueza que se supone era para todos, solo llega para algunos, y la idea de poder lograr todo a punta de trabajo duro tenía la frase “Aplican términos y condiciones” escrita en letra menuda. Y esos términos y condiciones tenían mucho que ver con el color de la piel, y el origen de los apellidos de cada quien; aquellos para quienes esa prosperidad y riqueza no iba a llegar se dieron cuenta rápidamente de que la única manera en la que podían romper el ciclo y empezar a ser oídos y verse representados era si lo hacían ellos mismos.

El mejor ejemplo de ello llegó en 1971. Las pandillas del Bronx en Nueva York se reunieron en el club juvenil de la avenida Hoe para prevenir una guerra civil en el barrio tras la muerte de Black Benjie, un prominente miembro de los Ghetto Brothers, pandilla compuesta principalmente por inmigrantes puertorriqueños. Acompañados por autoridades civiles y policiales de la ciudad, los líderes de 39 pandillas establecieron una tregua y sentaron las bases para una alianza entre pandillas que empezara a tener un efecto positivo y significativo en la comunidad. Rubble Kings, el documental de 2015 sobre el tema realizado por Sam Nicholson, muestra cómo esta alianza fue crucial para el desarrollo del Hip Hop; al quitar las fronteras invisibles, quienes serían los pioneros del género podían moverse de una calle a otra para tocar y colaborar con otros artistas sin miedo a represalias. De hecho, los Ghetto Brothers terminarían grabando un disco, Ghetto Brothers Power-Fuerza, un disco que, cuando es oído con atención al detalle, puede ser puesto en la línea de tiempo de los antecedentes que nos llevaron a la salsa neoyorquina de los años setenta.

[Lee también LA ODISEA AFROFUTURISTA DE AFRIKA BAMBAATAA]

Si bien la tregua de la avenida Hoe y el surgimiento del hip hop son procesos que conciernen a las comunidades latinas y negras, mientras que el nacimiento del punk fue, en su momento, un proceso fundamentalmente blanco, hay más similitudes de las que uno podría creer en un principio. A fin de cuentas, son intentos de comunidades marginadas por ser escuchadas y hacer algo con lo que se sientan representados; esa idea, en principio sencilla pero muy poderosa, terminó por ser apropiada y desarrollada no solo por músicos sino por cualquiera que quería expresarse de una manera u otra. La aparición de la fotocopiadora como una tecnología viable se convirtió en el vehículo que necesitaban los creadores de los zines como John Holmstrom y Legs McNeil en Nueva York o Mark Perry en Londres para convertirse, con sus publicaciones como Punk y Sniffin’ Glue en los historiadores de la revolución cultural que estaba pasando en esos momentos. Libres de cualquier presión o interés corporativo, los creadores de estas publicaciones y otras similares le hablaban a su audiencia sobre aquello que realmente valía la pena ser escuchado, siendo además el escenario para artistas gráficos, poetas y escritores que envalentonados por el ethos del punk estaban saliendo a hacer lo que querían y encontraban una audiencia.

Mientras escribo estas líneas, una imagen de Donald Trump vaciando una caja de alimento para peces en su visita a Japón es usada como una prueba más de su bajísima estatura política para el cargo que ocupa. La verdad es que el vació toda la caja solo después de que el primer ministro de Japón hiciera lo mismo. La controversia que se ha armado por una imagen recortada es una prueba de cómo se puede jugar con la manera en la que se presentan los hechos para poder generar opiniones (Más allá de la absoluta carencia de virtudes del actual presidente de EEUU). Quizá, en la lucha que se lleva a cabo contra las mentiras disfrazadas de ‘noticias falsas’, quizá quienes pueden decir la verdad de lo que pasa deben adoptar la mentalidad punk de ‘Hágalo usted mismo’.