La Derrota
La Derrota
Por Alejo Álvarez / Twitter: @alejoalvarezj / IG: Alejoelcachorro
Dice Charles Bukowski en su libro “El capitán salió a comer y los marineros se tomaron el barco” lo siguiente: “Nada te enseña más que reorganizarte después de cada fracaso y seguir avanzando. Sin embargo, la mayoría de la gente cae víctima del miedo. Temen tanto el fracaso, que fracasan”.
Convivir con la derrota es todo un arte. Es una “skill” (cómo dirían los millenialls) ya olvidada, pues el discurso actual está direccionado a ganar. Ganar y ganar siempre. O llegar a lo que sea que usted considere que es ganar. Y ¿ganar que, además?
Lejos estamos de los agraciados noventas donde el “loser” era una especie de sujeto atractivo. Recordarán la gran canción de Beck que lleva ese título y que es también una suerte de himno de la época. Lejos estamos de los días en que ser loser, era cool. Ese “loserismo” revelador.
En realidad no se trataba de ser un perdedor o cagarla todo el tiempo. Era más bien que no había tanto afán por ser un emprendedor o por crear una app que te volviera millonario, de hecho no existían los tales teléfonos inteligentes.
Convivir con la derrota es todo un arte. No lo enseña la televisión tradicional. Quizá toque el tema muy por encima algún youtuber y definitivamente no lo enseña la escuela. Mucho menos se refleja en Instagram donde lo que importa es tener mas y mas seguidores celebrando tus monerías. Facebook, mejor ir desinstalando esa mierda.
Entender la derrota debería ser una materia que se enseñe desde la primaria, debería existir una profundización en el bachillerato y así hasta la universidad, donde la derrota no es una opción.
Entender la derrota es la oportunidad de la reinvención. La derrota lo es todo en el aprendizaje. Y si que es importante entender esto en el mundo de la música, del arte en general. Preguntarse sobre la derrota, mas que nada cómo ese motor que nos podrá impulsar a no parar. Se sabe, además, que algo hay de vulgar en el triunfo y lo que trae consigo.
Esto ni siquiera es una columna, es un esperpento. Un reguero de pensamientos relacionados con la capacidad de hacer o no las cosas. Cosa esta tan condicionada por el asunto del “ganar o perder”. Y es que en el arte lo que importa es eso: hacer las cosas.
A la m&erd* ser viral. A la m&erd* los views. A la m&erd* que las personalidades del entretenimiento le den un espaldarazo a lo que hiciste. A la m&erd* que no se venda. A la m&erd* que te inviten o no al festival. A la m&erd* que el programador de moda no hable de ti. A la m&erd* que el curador de la playlist de la app no te tenga en consideración. A la m&erd* todo, pues no hay derrota en el acto creativo. No existe la derrota en una de arte.
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Tendrás, quizá, una legión de “haters» y un puñado de gente que disfrute tu obra. Tendrás que lidiar con la incomprensión y con el anonimato. Multiplica eso por tres si además de eso estás escaso de recursos para comprar seguidores y likes en esta época de redes sociales.
Serás un número discreto para el algoritmo, nada representativo en “la data”. Verás cómo cada día hay algo más “viral” que lo que haces y por supuesto nunca pasarás por Caracol o RCN.
Cualquier pendejada tendrá más atención que TU OBRA y tendrás que acostumbrarte a los pequeños renegados que se toman el tiempo de contemplar lo tuyo y en ese momento, te sentirás justificado. Arderás en llamas y entenderás que todo valió la pena y que no existe la derrota. Ve hasta el final; dispara en la oscuridad. Esta noche que escribo esto y estoy medio agrio, vale la pena terminar esta pendejada con estas palabras del inmortal Andrés Caicedo, de mi tierra, ve. Cuando vuelvo a él, siempre me dan ganas de volver a tocar la guitarra y de escribir alguna guevonada como esta para ustedes. Un abrazo y muy formales todos, aquí va el fragmento de Andrés:
“Tú, no te detengas ante ningún reto. Y no pases a formar parte de ningún gremio. Que nunca te puedan definir ni encasillar. Que nadie sepa tu nombre y que nadie amparo te dé. Que no accedas a los tejemanejes de la celebridad. Si dejas obra, muere tranquilo, confiando en unos pocos buenos amigos” – Andrés Caicedo, ¡Que viva la música!