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Laura Millenial

Laura Millenial

Por Alejo Álvarez – @alejoelcachorro

*Este texto hace parte del standup que presentará el autor próximamente en la capital. 

¿No han notado que desde hace unos años todas las “peladas bien” de ahora en Bogotá, de entre 20 y 25 se llaman Laura? Puede ser qué todas las mamás bautizaran esas peladas porque vieron mucha perubolica: Laura en América. O puede ser que vieron demasiado “Laura por favor”, por allá en los 90s. Nada mas váyase para la 85 en Bogotá y grite Laura y vera que todas cabecean tipo The Walking Dead, como cuando esos zombies escuchan un ruido. La señorita Colombia se llama Laura. También somos adictos a Laura Tobón y Laura Acuña. Entre otro millar de Lauras que hay en el país. Laura Millenial; le llamo yo. Laura Millenial, divina e inteligente, sagaz.

Si, salgo con una Laura. Laura Millenial, me ama cuando le da la gana, me escribe cuando le da la gana (porque nunca llama), hace conmigo lo que quiere. Viaja, viaja mucho. Un día en Cartagena, otro en Miami y termina la semana en Bogotá. Se enoja si no le doy like a sus publicaciones en Instagram pero no sabe que yo eso lo abrí por seguir la corriente y que se me dificulta hacer stories y manejar cada cosa. Laura estudia, estudia mucho. Solo me ve cuando tiene algo de tiempo. Luego vuelve y estudia. No hay casi tiempo, el mundo es muy competitivo, dice ella. Ahora quiero escribirle algo.

Querida Laura: ya el tren me está dejando (porque eso dicen ustedes cuando uno va llegando a los cuarenta) y a duras penas pude con el Facebook y en Twitter sigo a Adolfo Zableh y el perfil falso de Carolina Sanin, por estar “datiao”. Laura, todos los días aumenta el vértigo cuando entro a Facebook y un grupo del que hago parte, que se llama “Los Ochenteros”, me recuerda los cabezotes de series cómo “Manimal”, “El Auto Fantástico”, “Los Magnificos” y decenas de comerciales de productos que ni te imaginas. Había uno que se llamaba “Quipitos” y era la locura. Un polvo blanco delicioso (como el otro polvo que tanto les encantaba a los ochenteros). Y ni hablar de las canciones, esas que tanto te gustan y que salen en “Stranger Thinngs” y que me has mostrado con tanto entusiasmo diciéndome que creciste escuchándolas porque tu mamá escuchaba eso a diario. Yo sonrío suave, como para adentro porque es lo que escucho a diario, desde que despierto, hace quince o más años.

Eres fanática de una muchacha que se llama Greeicy Rendón y de la relación perfecta que tiene con este man de Cali, Mike Bahía. Me dices: “que relación tan bacana tienen ellos” y que por qué no hacemos unas stories al levantarnos o preparando el desayuno como unos tales Tatán y Maleja, para que aumente seguidores. En ese momento miro para otro lado porque lo que no sabes es que intenté comprar seguidores y me estafaron. Yo tan ochentero y abeja porque dizque soy de la generación de “Los Victorinos” me embaucó un peladito como de 19 años, un influencer que le llaman. Aún sigo esperando la horda de seguidores que me validarán en Instagram, para inflar mi ego y chicanearte y decirte: mira, yo también existo.

A vos te gusta una banda que se llama Tame Impala y mueres por un pelado que hace música electrónica que se llama Kygo, los escuchas en tu celular en una aplicación. Yo a media noche pongo un disco (si, un vinilo) de  FletwoodMac y termino cantando a todo pulmón canciones de U2. Fue, lo recuerdo, en Estero Picnic donde nos vimos por segunda vez. Yo fui porque iba Pixies que también me gusta pero me dió duro el frio y ese puto barro. Chocheras que le llaman. Sabes que soy de esos que disfruta el concierto en casa en el proyector y la calefacción. Fui además a ese festival porque venía de un desencuentro en Tinder. Otra locura de un solitario desesperado.  Me metí en esa “cosa” para ver si salía del verano pero solo conseguí reunirme con una muchacha que no le gustaba la poesía, ni yo. Me dijo que conservará la foto de perfil, que nunca, pero nunca la cambiara.

No es culpa tuya ni mía, es la época. Es “lo que hay”. Lo que suenan las emisoras “es lo que hay”. Así lo quiso Alejandro Villalobos. Te gusta el reggaetón y bailas, digamos, delicioso. No como yo que a duras penas coordino unos pasos de salsa. En mis tiempos en que lo mas atrevido lo hacía Dr. Albam y El General, no imaginé unos pasos como los de hoy. Te encantan Ozuna, J. Balvin, Bad Bunny y mueres por esa canción que dice “baby nooo”. Ya ves, voy aprendiendo. Yo en esas fiestas me hago al ambiente, lo sabes. Me entretengo viendo los pasos o bebiendo y casi siempre hay alguien como yo, mirando alrededor como el meme ese de John Travolta, con quién se puede conversar.

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Creo que te quiero. ¿Qué hago? La brecha generacional no me trasnocha, intento ser sincero. Creo que a ti tampoco. Eso si, no me gusta que me la montes por darle like a fotos de otras viejas, o si una prima o una ex compañera de la universidad me comentan un estado. He intentado de mil formas hacerte entender mi enfoque: que dar un like no es como dar un beso o tocar una teta. Aún estamos lejos de eso. Pero tú insistes: un like es la cuota inicial de un polvo. Y allí comienza la pelea y viene eso que tanto nos horroriza, el bloqueo. Y no sé nada de ti por días y me provoca irte a buscar o llamarte al fijo pero recuerdo que ni se bien dónde vives, si con tu mamá o con tu papá, porque todo pasa por WhatsApp y por supuesto no tienes fijo. Yo me refugio en unos poemas de un muerto, un tal Borges y vos me hablás de una viva, una tal Luisa Fernanda W. A veces me divierto un montón con esas historias de esa pelada. Lo que me cuentas o que hemos visto en tu celular en algunas tardes de paz. Te ríes un montón y yo también de las bobadas esas y de cómo editan de bueno las imagines y como aparece ella con otros y todos se “dan la mano” o se ayudan para hacer sus videos. Este con el otro en el video del otro. “El Mindo” y estas modelos y este otro man y el pelado Mario Ruiz con el otro, mas el otro y así. Y luego Daniel Samper con este y viceversa y ¿por qué no abres tu propio canal de YouTube?

A la larga intento no polemizar tanto. De nada me sirven ahora mis argumentos, como dije antes, eres sagaz, inteligente y bella. Prefiero ser discreto y mantener la dulce calma, esperar el fin de semana a ver si nos vemos por algún recoveco de la ciudad, mi querida millenial. Laura Millenial. Ahora mismo veo que estás online, eso te lo aprendí. Online y no “hablas” (escribes diría yo). Me pregunto qué haces. Pienso en todas las Lauras que están a esta hora online. Pienso en muchas cosas y vuelvo y te stalkeo. No logro concentrarme pero eso si, tendré algo de sosiego ahora que salga el álbum Panini del mundial, tal como en México 86 e Italia 90, volverá la emoción de salir a la calle a buscar esas monas. Por ahora vuelve la sensación de soledad absoluta y esa cosa en el pecho que no se sabe ni que es. Eso que caracteriza a los de mi generación.

En este momento, amigos, es donde subo el volumen de la radio (porque aún escucho radio) y vuelvo al escritorio, a las labores del día. Y suena:

Laura no está, Laura se fue

Laura se escapa de mi vida

Y tu que si estás, preguntas porqué

La amo a pesar de las heridas…