Por Juan David Castaño – Músico, docente y director musical de La Revuelta.
"Pa´lante y pa´trà camina el curupira, rodeado de mariposas, guardianes del guardián, anda por la manigua confundiendo el rumbo de los exploradores, que ignorantes, pisan tierras sagradas. Los curupiros caminan desde hace mas de una década por la selva de la música colombiana, con un pie apuntan hacia la tradición y con el otro hacia la vanguardia"
Para hablar de ellos hay que hacer memoria...
Regresé a Colombia en el 2000 después de viajar durante un año por Brasil y comprobar que allá la gran mayoría conoce, así sea de refilón, algo de la música popular y tradicional de su país.
Volví con hambre de folclor. Era urgente conocer de cerca la música tradicional colombiana. Tuve suerte y con rapidez me contacte con los gaiteros de San Jacinto que pasan desde esos años largas temporadas en Bogotá. En ese momento estudiaba artes plásticas en la Nacho y fue allí, donde vi por primera vez a Curupira.
Estaban tocando en la parte de atrás del León de Greif debajo del mural del Che, a la mirada nocturna de algunos estudiantes. Alternaban con otra banda llamada "Puro Pescao" compuesta por varios de los que después serían la Mojarra eléctrica. Esa noche, ver gente de mi generación haciendo, investigando y mesclando folclor fue tremenda alegría e inspiración.
Ya desde sus comienzos, Curupira sonaba apretada y poderosa. Entre las caras de sus integrantes reconocí a Urián Sarmiento con quien había estudiado un año del bachillerato en el legendario "Psicopedagógico Integral Creativo" y a su lado Juan Sebastián Monsalve, el director, al cual había visto tocar años antes en "María Sabina". Vi también a María José Salgado y Andrés Felipe Salazar a quienes conocí unos meses antes en la finca el Retoño arriba en las montañas de fusa, es que desde esos días muchas situaciones parecen una consecución de citas, una red de coincidencias perfectas. En el bombo estaba Jorge Sepúlveda, en la guitarra Iván Altafuya y en el tambor alegre Richard Arnedo... Con el paso de los años todos ellos habrían de convertirse para mí en amigos y maestros, compañeros del trasegar por los festivales nacionales, socios de la "mojarriada"(*1 ) y luego socios de muchos otros laboratorios sonoros como los de la Distritofonica, piezas clave del rompecabezas de este movimiento de las nuevas músicas colombianas.
Desde ese primer concierto quede enganchao’, tal cual como me ha pasado siempre con las cosas que valen la pena en la vida... El sonido de la música de la tierra condimentado con el veneno bogotano llegó a mi "paladar auditivo" como un manjar agridulce (así dice el viejo Richar, ahora piloteando la Mákina del Caribe), esta banda me recordó desde el comienzo grupos como King Crimson o Rush pero con Gaitas, con cum-bia y bia-cum al mismo tiempo y viceversa, con porro pero al estilo curupiao, como se dice cuando algo suena atravezao’ y medio frito, otro sancocho pluricultural servido como nos gusta a los que vamos por la música surfeando el caos.
[VER SUENA COLOMBIA - SEPT 2014]
Hoy en día siguen firmes en su intención de no hacer música fácil, de no caer en la formulas del mercado masivo, siguen constantes en la determinación de hablar una nueva lengua sonora que exprese lo terrenal, lo celestial, lo mundano, lo real.
Aunque el tiempo los ha ido cambiando aun se mantienen algunos de sus fundadores, la banda se ha transformado, como nos toca a todos si queremos seguir existiendo... Ahora con Camilo Velásquez en las cuerdas, quien ya había sido ingeniero de estudio de sus primeros discos y con el legado que dejó a su paso David Cantillo "Malpelo",el de La 33, con su voz gaitera. Después de 5 discos, varias giras internacionales, con muchas mojarriadas encima, resolviéndola, guerriándola, reinventando el camino, construyendo un público, destruyendo preconceptos, hoy por hoy esta banda sigue siendo uno de los grupos más arriesgados de la escena colombiana actual. [VER REDIL CUARTETO: EL REDIL DE LOS DUENDES]
Es que hablar en trabalenguas puede ser una manera terca y creativa para comunicarse con este mundo de sordos, donde el entretenimiento y el show busine$$ ha ido corrompiendo la música y la cultura.
Buena curupiros... y Gracias por la música!
(*) Mojarriada: Del verbo mojarriar, reunión de músicos para tocar en la calle y de paso conseguir pa’ la mojarra frita.
Un día de esos pasó Escalona, el compositor, y tiro 10 mil barras en el sombrero, diciendo muy altivo que nos dedicáramos mejor al vallenato, que el folclor no daba plata.