Por Julián Felipe Gutiérrez - @jackmulligan
Fotografía por Susana Carrié
Andrés Ospina, escritor y hombre de radio que le ha dedicado buena parte de su obra a Bogotá, ha comentado, con razón, cómo, en los últimos años, la imagen nacional ha experimentado una progresiva ‘caribificación’ en la que, de la misma manera que a la hora de pensar en lo típicamente argentino pensamos en lo porteño, a la hora de pensar en lo típicamente colombiano las imágenes y sonidos de lo caribe acuden a la mente.
Este escenario, el cual ha sido impulsado en buena parte por un proyecto como Sidestepper, ha dado pie al surgimiento de una serie de proyectos los cuales han tenido distintos grados de éxito dependiendo de su capacidad de presentar algo nuevo e interesante o de la simple imitación, un panorama que nos ha traído a bandas como Bomba Estéreo o, quienes ocupan a estas líneas, Papaya Republik, proyecto encabezado por Mauricio ‘Batori’ Pardo a finales de 2009 y que el mismo define como una ‘mezcla ecléctica de música afrocaribe, electrónica, rock, jazz, cumbia, porro, chalupa, y chandé’.
Batori, músico bogotano que ya lleva varios años trabajando con proyectos de rock que el mismo define como ‘una experiencia muy bacana’, ha logrado crear un ensamble que trabaja una propuesta que recoge las influencias de sus integrantes y las mezcla con un sonido de la herencia caribe colombiana como lo sugiere su definición antes citada. Su disco Papaya Republik: Volumen 1 es un buen portafolio de lo que ha implicado ese proceso de mezcla y construcción en el que Batori considera necesario ‘tener la mente abierta a muchas vertientes musicales’, proceso que el mismo ha descrito como enriquecedor.
Para el escucha casual, el tema que abre el álbum, La Flaquita, puede no parecer particularmente interesante e incluso, dirían algunos, genérico, sin embargo, los siguientes temas agarran velocidad y recorren caminos interesantes, siendo Grajo y Culo’e Vaina Jopo exponentes de los intentos exitosos de la banda de explorar un sonido mas intenso y acelerado, mientras que Hola Soledad es una exploración exitosa de la canción que Rolando LaSerie popularizó en su momento.
La sección final de este trabajo de 2010 presenta los temas que de lejos son los más interesantes del disco, siendo Esquizoo un tema que arranca con elementos electrónicos para pasar a un sonido que perfectamente podría encajar en una persecución de alta velocidad de Starsky & Hutch; el cierre del disco, Mi PC, es una pieza completamente distinta a todo lo que presenta con anterioridad sin que eso signifique discordancia con el resto del disco, cosa que pocas canciones en su misma situación logran. Es en este momento donde aparece, en Papaya Republik la idea original detrás de una papayera y el producto de la experiencia como músico de Batori. Al preguntarle sobre cómo es posible que puedan convivir varios lenguajes sin problema dentro de un disco me lo explica de manera sencilla: ‘Nos gustan varios tipos de musica y una papayera tradicional generalmente hace versiones de muchas otras musicas… en nuestro caso no estamos casados con una sola tendencia musical’.
En lo personal, siempre he sentido que si bien la ‘caribificación’ que mencionaba al comienzo es buena por si misma, no lo es tanto cuando se hace en desmedro de otras herencias culturales colombianas. Así mismo, músicos como Batori o Papaya Republik no pueden ser culpados de un proceso que es más responsabilidad de quienes controlan los canales de transmisión. Sea como fuere, músicos como él y su proyecto son necesarios y bienvenidos en tanto creadores de lo que podríamos llamar, el rock de nuestro pueblo.
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