Un Mapa de Colores Sonoros en el Trópico Petronio
Por Maelkum Marley - @HaroldPardey
Comunicador social y periodista cultural
Entre el 11 y 13 de Agosto, el palenque afromestizo de la Calicalentura celebró la cuarta versión del Mercado Musical del Pacífico, una plataforma para la conexión, circulación y negociación entre actores musicales que habitan el ecosistema de la región Pacífico. Nuevas olas liberadoras y explosivas de músicas urbanas y ancestrales, asomaron su efusivo rostro en las instalaciones del Centro Cultural Comfandi, mixturando etnias, ritmos, y rimas de esperanza, con ese inmenso telón de fondo que es la marejada sonora de los vientos afrodiaspóricos que fluyen y navegan el Festival Petronio Álvarez, corazón telúrico de Amèfrika, fiesta, rumba, carnaval y jolgorio de los pueblos del Pacífico Sur.
El Mercado Musical del Pacìfico fue pensado y concebido como una alianza estratégica público-privada, entre Mikasa Bar, el Tecnocentro cultural Somos Pacífico, la Fundaciòn de la Sociedad Portuaria de Buenaventura, y la Secretaría de Cultura y Turismo de Cali, y donde la economía creativa y las inteligencias colectivas están en función del desarrollo de las nuevas músicas colombianas, gracias a los enlaces, contratos y convenios que posibilitaba una programación que incluyó ruedas de negocios, conciertos en showcases, encuentros informales y tertulias.
A pesar de una disminución presupuestal de recursos, comparados con las anteriores ediciones, y la poca atención por parte de los medios masivos de comunicación, el Mercado tuvo una organización impecable y sigue navegando su ruta de sensibilización en la ciudad, para convertirse en un laboratorio de sinergia e interacción entre músicos, promotores, productores, gestores, programadores, periodistas y académicos, quienes durante tres días intercambiaron experiencias y saberes para seguir fortaleciendo la difusión, el trabajo en red, y la circulación de las músicas de esta mágica región de los 7 mares y los cinco cielos que es el Pacífico Sur, donde siempre retumba el sonido del tambor, como base primigenia de los nuevas agrupaciones que habitan este singular y particular mapa sonoro de la región pacífico.
El enfoque de una variada diversidad sonora de la escena musical, alternativa emergente e independiente de la región, y que complementara las músicas tradicionales del Festival Petronio Álvarez, fue la apuesta que puso en marcha la dirección de este Mercado, en cabeza de su director Alex Jaramillo, quien considera que uno de los objetivos trazados para este año fue poder generar unos circuitos concretos regionales, entre los países de Colombia, Perù, Ecuador, y Brasil, y por eso los perfiles de los invitados como promotores tenían esas condiciones para hacer en lo que resta del año, un pilotaje de un circuito con la bandas que aquellos escojan en el mercado, para su circulación, internacionalización y posicionamiento en esos escenarios de América Latina.
Los grupos seleccionados para los showcases (Manteca Blue, Juglares, Africali, Residuo Sòlido, Hèctor Madrid, Electric Sasquatch, Lyda Villamarìn, Diamante Negro, Zalama Crew, Emci Rimas, Xavier Martínex, y Profetas), conspiraron un pentagrama inagotable de venas, arterias, corazones, almas, sentimientos, cuerpos, cadencias y cuerdas vocales, que conversaron y dialogaron con nuestras esencias, cantando y bailando con sus gritos y cantos llenos de las prosodias que llevan los acentos, los pulsos y los compases de unas matrices rítmicas indelebles que por su oralidad, corporalidad y el lenguaje estético de las africanidades tienen en sus humanidades, todas las sumatorias de las memorias del tiempo de la conquista, la colonia, la esclavitud, la independencia y la modernidad con las resistencias de los procesos sociales que buscan vivir y sentirse parte del Pacífico, en medio de una frontera que cada vez se ensancha más gracias a la globalización.
Es por eso que se hace necesario que los grupos de la región sigan madurando sus procesos colaborativos, y exista un interés en cualificar y profesionalizar sus contenidos, y emprendan la generación de plataformas que permitan una verdadera comunicación entre todo el ecosistema, entre ese manglar de sonoridades que beben del magma exultante de nuestra cultura, pues de las artes, aquella que viaja más rápida en el tiempo es la música, porque es impulsada por el viento.
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