Por Xavi Manresa – @xavicapcap
Pasar cinco días en Medellín es un placer inmenso, más aún si tienes el privilegio de ver un montón de bandas latinoamericanas de todos los estilos y géneros, y de descubrir nuevas tendencias, fusiones e ideas musicales. Todo el material musical que observé y escuché en Circulart me pareció de una creatividad inusual y repleta de calidad. Buenas bandas o agrupaciones (como las llamáis por esos lares), interpretando la música que viene de sus raíces para fusionarla con el rock estándar en todas sus versiones: pop, rock, reggae, jazz, salsa... A este servidor le emociona y le sorprende el grado de creatividad y riesgo que los músicos latinoamericanos asumen con toda la naturalidad del mundo.
Disfruté de bandas mexicanas, brasileñas, colombianas, argentinas y chilenas en una muy buena selección por parte del festival, que permitió descubrir un aperitivo de lo mucho que está ocurriendo en Latinoamérica con la música moderna. No tengo ninguna duda que algo importante está sucediendo con la música en esa parte del mundo. Quizás el agotamiento de ideas del viejo continente y del norte de América favorezcan esta visión, pero lo cierto es que en Circulart pude observar procesos creativos llenos de vida, ritmo, raíces y buenas tonadas.
Brevemente me gustaría destacar a bandas como Apanhador So (Brasil), Descartes a Kant (México), Siddhartha (México) o Providencia y Colectro (Colombia) por nombrar algunas de las que me impresionaron por su naturalidad, creatividad y puesta en escena en los show cases que programó el festival. Seguro que soy injusto citando solo estas agrupaciones. La base sobre la que está creciendo la música en Latinoamérica es excelente y abundante en propuestas. Las distintas bandas brillan con su directo. El material funciona, los músicos ejecutan con brillantez y cumplen con su cometido. A veces te empujan a mover el esqueleto, otras veces a observar con avidez la puesta en escena y, otras tantas, simplemente a escuchar y dejarte llevar por la música.
De lo que no hay duda es que el ingenio y la creatividad que capté en mis días en Medellín son un soplo de aire nuevo para nuestro sector. No me extrañaría que el futuro de la música pase por Latinoamérica. La influencia que pueden ejercer estas bandas tan innovadoras en años venideros está fuera de duda. Los mimbres están ahí, pero ahora hay que hacer el cesto.
El desarrollo de una Industria Musical centrada en la exportación de los sonidos latinoamericanos al resto del mundo debe ser el eje para que una música con tanto potencial pueda expandirse. Eso, ténganlo por seguro, es tan importante como la propia música. Desarrollar un engranaje que canalice y muestre toda la creatividad es fundamental para el futuro de las agrupaciones que, al fin y al cabo, son la “madre de todos los huevos” como decimos en España.
Por lo que pude observar en Circulart, la mayor parte de las bandas tienen un gran carácter independiente. En las múltiples Speed Meetings vi que la mayoría de los que pedían cita con los profesionales eran los propios músicos, lo cuál indica una tendencia de las bandas a llevar sus propios negocios. Y me parece una buena opción cuando empiezas en este mundo. Pero yo siempre he pensado lo mismo: el músico debe tener el control sobre su música y su negocio al 100%, pero eso no significa que tenga que ser responsable de todas las decisiones. Cierto es que estamos hablando de su carrera profesional y, por qué no decirlo, de su negocio. Pero no se puede estar en todos lados a la vez.
Crear una agrupación es como abrir un negocio, ya sea un bar, una tienda de ropa… La clave es repartir las funciones. Al principio, entre los socios y, más adelante, con gente de confianza que cuiden aspectos como las cuentas, la organización y la comunicación. Sin duda, el artista debe mantener el control absoluto sobre su trabajo, pero también debe saber rodearse de las personas o empresas que más le convenga para llevar los números, organizar el calendario de conciertos, planificar la estrategia de redes sociales y medios de comunicación, crear el merchandising, grabar su música …
Ahí es donde entra la figura del manager, imprescindible en la segunda fase de la carrera de una agrupación. Esa será la persona encargada de diseñar junto a los artistas una estrategia para el desarrollo de una carrera a corto y largo plazo con el objetivo de poder vivir de lo que uno quiere: de su arte y su música.
El manager es la primera persona ajena que entra a formar parte de la agrupación, pero no la última. Más pronto que tarde, se vuelve imprescindible buscar conciertos, ya sea en barrios cercanos, en la propia ciudad, en el distrito, en el resto del país o en el extranjero. La cantidad de opciones es inacabable y la figura del agente acaba siendo imprescindible. Su presencia puede ayudar al grupo a llegar al objetivo que hace tiempo que está buscando. Es decir, llevar su música a todos los lugares posibles. Al principio, esta función la puede hacer el mismo manager, pero a la larga siempre acaba resultando mejor que cada trabajo lo desarrolle un especialista. El agente, dedicado a la contratación de conciertos, y el manager, al desarrollo de la carrera artística.
Estos son los dos elementos básicos para que una agrupación entre en la rueda de la industria musical. Ahora hay salir a la carretera y, casi con toda seguridad, acabará apareciendo el tour manager, otra figura clave en esta película. Su rol es el de organizar, coordinar y resolver las dudas de las agrupaciones ante una actuación. El diálogo del tour manager se establece con el promotor, el cuarto elemento imprescindible y que cierra el círculo de la industria musical. El promotor es el organizador del evento, quien se juega su dinero para traer a su ciudad aquellas bandas que la gente demanda y quiere ver o que, simplemente, considera que vale la pena presentar. [Ver ÉRASE UNA VEZ UNA GIRA AUTOGESTIONADA]
Estos actores, cada uno con sus funciones, forman parte de la industria musical, así como también lo hacen las discográficas, las editoriales, el audiovisual, pero también la restauración o la seguridad, por ejemplo. Nuestro sector genera beneficios sociales para los jóvenes, puestos de trabajo, rendimiento económico para las ciudades y los barrios, y oportunidades para cualquiera que se quiera involucrar y a su vez en tremendamente transversal con el resto de las actividades comerciales y económicas. Lo mágico de un concierto que un día llega a la sala de al lado de nuestra casa es que puede llegar a encender esa llama dentro de alguien del público que acabe llevando a la creación de una nueva agrupación. Y ahí vuelve a girar la rueda, con bandas que reproducen los pasos anteriormente expuestos para fortalecer el tejido de la industria musical del país.
Estos son los pasos básicos que cualquier artista debe tener en cuenta cuando empieza a tener claro que está preparado para salir a la tarima y mostrar su trabajo. Como dejó escrito Frank Sinatra, ‘I did it my way’. Lo hicimos a nuestra manera, desde la independencia.