Por Luis Liévano Quimbay (Keshava)
Fragmento de Sweet Black Angel: "She countin' up de minutes, Ella está contando los minutos, she countin' up de days, está contando los días, she's a sweet black angel, es un dulce ángel negro, ain't someone gonna free her, no hay nadie que la libere, free the sweet black slave, ¡liberen a la dulce esclava negra!, free the sweet black slave. !Liberen a la dulce esclava negra!" (K. Richards y M. Jagger - The Rolling Stones)
La líder anti abolicionista y figura visible y emblemática de las reivindicaciones del feminismo negro norteamericano, Angela Davis, estuvo en Colombia en el año 2010, visita que, como era de esperarse, tuvo escasa divulgación en los grandes medios de comunicación. La presencia de esta pensadora y activista afroamericana fue posible gracias a la gestión de la Escuela de Estudios de Género de la Universidad Nacional. En una agenda bastante apretada, Angela Davis se reunió con líderes de diversas organizaciones de mujeres, afrocolombianas, feministas y representantes del movimiento LGTB. Así mismo, recibió un sentido homenaje en un auditorio del centro de Bogotá, que contó con la participación musical y artística de reconocidas agrupaciones y voces afro descendientes.
DE LA COLINA DINAMITA A LA TOMA
Hija de un mecánico y una maestra de escuela y activista a favor de los derechos civiles, Angela Davis nació en Birmingham (Alabama) el 26 de enero de 1944. Su barrio fue conocido como Dynamite Hill (Colina Dinamita) debido a la gran cantidad de casas de afroamericanos dinamitadas por el Ku Klux Klan, organización ultraderechista y racista norteamericana, valga la redundancia. En tiempos de segregacionismo rampante, Angela asistió a la escuela en Birminghan, antes de que su madre decidiera mudarse a Nueva York para estudiar una maestría en arte en la Universidad de Nueva York. Después de graduarse de la Universidad Brandeis, pasó dos años en la Facultad de Filosofía de la Universidad J.W. Goethe de Frankfurt (Alemania Occidental) antes de estudiar bajo la tutela del filósofo Herbert Marcuse en la Universidad de California, quien tuvo una gran influencia en su forma de pensar; en especial, su enfática propuesta del deber del individuo de rebelarse en contra del sistema. Se enroló en el Comité Coordinador No Violento Estudiantil y en el Partido de las Panteras Negras en 1967, y un año después se afilió al Partido Comunista Estadounidense. Trabajó como catedrática en la Universidad de California hasta que el consejo directivo resolvió cancelar su contrato al darse cuenta de que Angela era miembro del Partido Comunista.
Más tarde cobró gran notoriedad cuando la encarcelaron por supuesta participación en el asesinato de un juez en 1970. Absuelta en 1972, se erigió en ícono de las reivindicaciones antisegregacionistas y feministas y en el personaje inspirador de todo tipo de canciones, como Angela, de John Lennon y Yoko Ono, o Sweet Black Angel, de Los Rolling Stones y, posteriormente, en el contexto latinoamericano, Canción para Angela Davis, de Pablo Milanés. Como resultado de su experiencia tras las rejas, Angela Davis emprendió una cruzada para mejorar las condiciones en las cárceles a partir del caso de George Jackson y W.L. Nolen, dos afroamericanos miembros de las Panteras Negras, reos en la prisión de Soledad (California). Jackson publicó dos libros: Cartas desde la prisión (Letters from Prison) y Soledad Brother. El 21 de agosto de 1971, Jackson fue ametrallado en el patio de la prisión de San Quintín. Llevaba una pistola automática 9 mm y los oficiales argumentaron que trataba de fugarse. También se dijo que la pistola había sido metida de contrabando en la prisión por Davis. Angela se dio entonces a la fuga y el FBI la declaró uno de los «criminales más buscados». Fue arrestada dos meses después en un motel neoyorquino, pero en el juicio fue absuelta de todos los cargos. Sin embargo, debido a sus actividades de militancia, el gobernador de California, Ronald Reagan, pidió que no se le permitiera dar clases en ninguna de las universidades estatales. En 1979 visitó la Unión Soviética, donde recibió el Premio Lenin de la Paz e hizo un profesorado honorario en la Universidad Estatal de Moscú. En 1980 y 1984, Davis fue candidata a la vicepresidenta del Partido Comunista. En 1981 publicó Mujer, género y raza, uno de los análisis pioneros sobre las discriminaciones de género y raciales.
DEL LEGADO DEL BLUES AL FEMINISMO NEGRO
Continuó este trabajo en la década siguiente con El legado del blues y el feminismo negro (1999), obra en la que explora la conexión de ese género musical con el feminismo y la cultura afro descendiente. Al preguntársele sobre el origen de este controversial libro, respondió lo siguiente en rueda de prensa sostenida en una casona colonial justo al frente del Palacio de Nariño:
“Este libro surgió como respuesta del movimiento de mujeres percibido en términos generales como un movimiento blanco, así que la intención inicial era indagar sobre los aportes históricos de las mujeres negras y las trabajadoras. Su principal argumentación era que lo que conocemos como feminismo, también tenía sus raíces en las luchas y en las ideas de estas mujeres, y no sólo en las de las mujeres blancas de clase media”.
En esta reflexión, la autora indaga por la relación entre la realidad social de la mujer negra, el blues y el jazz. Aquí Davis nos muestra cómo las raíces del blues deben verse no sólo como una tradición musical, sino como un vehículo para mantener viva la memoria colectiva negra de la clase obrera y la conciencia social en profunda contradicción con los principales valores de la clase media estadounidense. Y explica cómo la tradición de cantantes de blues negras, representadas en Gertrude «Ma» Rainey, Bessie Smith y Billie Holiday, significa no sólo un triunfo artístico en el dominio estético de una industria de la música popular hostil, sino una conciencia no reconocida protofeminista en comunidades negras de la clase trabajadora. Por medio de un análisis detallado y sentido de las interpretaciones de estas artistas, de sus palabras y sus vidas, Davis descubre la afirmación inequívoca y sin concesiones de los valores sociales, morales y sexuales no heterosexuales de la clase media. En su provocativo libro, Davis encuentra en la obra de tres artistas fundamentales del blues y el jazz “Un rico terreno para el examen de una conciencia histórica feminista que refleja la vida de las comunidades negras”.
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Mediante la lectura juiciosa de las letras de sus canciones, que transcribe en la segunda mitad del libro, Davis explora los significados detrás de las actuaciones de Gertrude «Ma» Rainey y Bessie Smith. Un derrocamiento de la imagen predominante de la mujer trágica encuentra que las canciones no representan a la mujer desolada y vacía, sino que “la postura más frecuente asumida por las mujeres de estas canciones es la independencia y la asertividad, convertidas por momentos en brotes de violencia”. También nos muestra las demandas y controversias sobre cómo la tristeza de las mujeres era más personal que política. Su lectura de las letras de Billie Holiday tiene menos éxito, tal vez porque es difícil de captar en palabras versiones subversivas de canciones de amor popular.
SOBRE RACISMO MODERNO, AULAS Y OTRAS JAULAS
Luego de una prolongada espera por parte de los escasos periodistas convocados, se dio inicio a la rueda de prensa con esta ideóloga del feminismo negro. Sobre la manera como han variado las expresiones del racismo desde sus épocas de activismo incansable hasta nuestros días, dijo lo siguiente: “Sí, el racismo sí ha cambiado, se ha transformado, pero no ha desaparecido; mucha gente cree que porque Estados Unidos eligió un presidente negro, Barack Obama, las barreras raciales han caído y este hecho podría ser una prueba de ello. Pero el racismo está enmascarado en la estructura política y económica. Si uno se fija en la población universitaria de este país, uno se da cuenta de que la raza sí marca una diferencia y determina quién va o no a la universidad. El racismo ha tenido la capacidad de mudar sus estructuras e ideologías a lo largo del tiempo. Puede rastrearse hasta los tiempos de la esclavitud y el colonialismo, así que, cuando uno ve en acción las estructuras del racismo que siguen vigentes hoy en día en el hemisferio, reconoce la presencia de los fantasmas del colonialismo y la esclavitud. En Colombia, hay modalidades de racismo que me recuerdan mucho el racismo de Estados Unidos. Más de dos millones de personas están tras las rejas, y una abrumadora mayoría es gente de color, no blanca. La raza hace de nuevo la diferencia y determina quién va o no a la cárcel. (…) El racismo se manifiesta primordialmente en las actitudes de los individuos, pero porque está claramente arraigado en las estructuras políticas y económicas. El hecho de tener un presidente negro no cambia esto.
Como dicen algunos, un hombre negro en la Casa Blanca no compensa el millón de negros en la Casa Grande, es decir, en la cárcel. Los aspectos estructurales del racismo aún persisten en la educación, la vivienda, la salud y el empleo. Así que la lucha sigue. Lo que llamo el complejo carcelario-industrial nos permite ver claramente cómo se utiliza el racismo para generar lucro. En Estados Unidos, una buena cantidad de empresas está involucrada en el desarrollo y expansión continuos del sistema carcelario, en el que están confinados 2.4 millones de personas. De cada cien adultos, uno está entre rejas. De cada 31, uno está bajo el control del sistema correccional, bien sea en prisión preventiva, en la cárcel con condena, en libertad condicional, o con casa por cárcel. Esto es aterrador si se tiene en cuenta cómo la cárcel ha sido utilizada y sigue siendo utilizada en la llamada guerra contra el terrorismo, o en Abu Ghraib, donde la tortura era presentada como algo excepcional”. A propósito de su libro El legado del blues y el feminismo negro, le preguntamos si desde la perspectiva de la resistencia cultural hay una visibilidad de la mujer, una real participación de resistencia desde el arte o la cultura. “Bueno, tendría que decir que sí y no. Por un lado, hay cultura popular muy rica, que expresa resistencia al racismo, al sexismo, a la homofobia, a la guerra. El problema es que no tenemos una campaña organizada, una organización social que apoye las reivindicaciones de artistas y trabajadores de la cultura. Y esto sucede ahora precisamente porque tenemos un presidente negro, creemos que ya hicimos todo el trabajo sólo por el hecho de elegir a Obama. Pero no, ahora surge el gran compromiso y tenemos que presionar al gobierno, a las corporaciones, para que acabe la guerra, para que mejore el sistema de salud, de educación, de vivienda”.
El tiempo apremiaba, la apretada agenda prevista para Angela Davis y su acompañante, la investigadora Dina Dent, sólo permite hacer un par de preguntas más. La primera es cómo las mujeres afrocolombianas, del Pacífico en particular, pueden acceder a una justicia equitativa en un medio tan maltratador y discriminador como el colombiano. “No puedo dar una respuesta clara y profunda, pues hasta ahora me estoy documentando sobre la realidad colombiana. Pero estoy aprendiendo de las luchas de ustedes, y puedo enfatizar en la importancia de las relaciones transnacionales; me gustaría saber más cómo funciona la justicia en este país, pero le puedo decir que nos estamos planteando una campaña internacional por la justicia hacia las mujeres y particularmente para quienes están en prisión. De hecho, tenemos prevista una visita a la Cárcel Distrital en Bogotá. Yo diría que no podemos aceptar que la mujer es totalmente indefensa, y hay que ver a las mujeres que han sufrido el rigor de esta violencia como las constructoras de su propio futuro. Debemos ser cuidadosos y reconocer los derechos de las mujeres, y entender que, por ejemplo, las mujeres en prisión o las víctimas de la violencia deben organizarse y luchar por estas reivindicaciones. Por un lado, hay que ver las relaciones intrínsecas de la violencia generalizada y la violencia de Estado, y por otro lado, la violencia doméstica y la violencia en la intimidad. Cómo pueden el Estado o los grupos armados ser agentes también de la violencia sexual. Y cuál es la relación entre la violencia de Estado y la violencia intrafamiliar que se da en espacios íntimos, como la cama. Este es un acercamiento que hacemos a la violencia desde el feminismo”. Angela Davis se refirió además a la trascendencia que tienen las reivindicaciones de la mujer y las luchas contra el capitalismo. “Si uno ve el estado del capitalismo global hoy en día, descubre que el capitalismo se ha arraigado en las vidas de los seres humanos, en las transformaciones económicas que han modificado los modos de producción de los países del norte hacia los del sur. Este proceso afecta la vida de las mujeres, especialmente, por cuanto las mujeres son las obreras por excelencia en las cadenas globales de producción. Así que si queremos un futuro de equidad social y racial debemos luchar por desmantelar el sistema capitalista. Y el feminismo negro al que nos hemos referido estos días, es uno que reconoce la importancia de la lucha contra este sistema capitalista.”