Con el cierre del año 2013 vienen los “balances” de lo que se hizo bien o mal en la vida personal y profesional, algunos reflexionan acerca de su mal genio o de su falta de dedicación en el estudio, otros y otras trazan nuevas metas como hacer ejercicio, dejar el cigarrillo, entre otras. Pero quizás, pocos realizan un balance y una proyección de su actuación como ciudadano o ciudadana, aun cuando vivimos en un país que tiene uno de los más largos y pronunciados conflictos armados y sociales en el mundo y que exigen una máxima atención por parte de la población colombiana.
El año 2013 fue especialmente movido en temas sociales y colectivos, se presentaron todo tipo de movilizaciones de diferentes sectores. En el primer trimestre, se dio un primer paro agrario liderado por el sector cafetero y cacaotero; a mitad de año, el paro de mineros artesanales y las protestas de los campesinos del Catatumbo comenzaron a levantar los ánimos de la sociedad colombiana al durar más de 50 días y debido al desmedido abuso de la fuerza por parte del ejército y del ESMAD hacia los manifestantes; en agosto, un nuevo paro agrario –esta vez liderado por los paperos- cobró matiz nacional y logró mover a la mayor parte de las personas en torno a los cacerolazos y al apoyo de la causa campesina; en septiembre, la minga indígena que recorrió con su palabra diferentes pueblos y ciudades de Colombia también consiguió despertar los ánimos del resto de la población. Finalmente, podemos hablar de las recientes y masivas movilizaciones generadas por la destitución del alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, por parte del ya conocido, y nada querido, procurador Alejandro Ordóñez.
La grandeza de estos acontecimientos no solamente se da por el número de personas que se movilizan en torno a ellos. Cada uno de estos vino acompañado de la creación de espacios y lugares de organización más estables que buscan hacer perdurar las demandas y reivindicaciones que se realizan en las protestas, paros y movilizaciones. Por ejemplo, desde los paros agrarios se impulsó el espacio de la Gran Cumbre Nacional Agraria, Campesina y Popular para compartir reflexiones sobre los logros de la movilización y definir las rutas de encuentro para avanzar en la unidad del movimiento popular colombiano; asimismo, se gestó el Movimiento de Dignidad Agropecuaria que agrupa campesinos y empresarios del sector rural colombiano y que ya venían congregándose en torno a “pequeñas” dignidades (Dignidad Papera, Dignidad Cafetera, etc.) De igual forma, la Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina – Anzorc, que reúne a 50 procesos organizativos campesinos, cobra visibilidad debido a las protestas dadas en el Catatumbo. A su vez, las Constituyentes por la paz realizadas en diferentes departamentos del país se consolidan como lugares de encuentro de comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes por la Tierra y la Paz. El Congreso para la paz, un espacio del Congreso para los Pueblos, congregó a miles de organizaciones sociales, centrales sindicales y líderes políticos en Bogotá para construir una agenda relacionada con el fin del conflicto social, político y armado colombiano. Y ahora, a raíz de las movilizaciones de apoyo a Gustavo Petro se presentó la invitación de iniciar y consolidar un movimiento nacional de indignados.
Si algo tienen en común estos espacios y procesos es que se forjaron como formas de democracia directa y participativa. Los mecanismos de participación que contempla la constitución de 1991 (plebiscito, revocatoria del mandato, consulta popular…) limitan el ejercicio ciudadano al voto y consolida lo que se conoce como democracia representativa. En un país como Colombia, con cifras de abstención electoral superiores al 50% y con procesos electorales plagados de clientelismo y compra de votos, es vital re significar las vías de participación y fortalecer las vías de democracia participativa y directa ¿Cómo? Pues participando en las protestas, movilizaciones, marchas y en los espacios que surgen de éstas (cumbres, movimientos, congresos, asociaciones, etc.).
“Poder” significa potencia de hacer algo, y qué mejor que configurar esa potencia de manera colectiva y no simplemente individual. Si nos preocupáramos por participar en los espacios que he mencionado, sería posible constituir un poder colectivo para planear, construir y sacar adelante, desde la unión de muchos y muchas, varios objetivos comunes. Si usted es de las personas que prefiere irse al café más cercano a tomarse algo mientras la ciudad se “paraliza” por una marcha, o quedarse en casa viendo TV o escuchando música, o limitar su poder a su ámbito laboral seguramente esté constituyendo su capacidad de hacer de la manera más individual. Nadie niega que los cambios personales e interiores sean importantes; sin embargo, en Colombia también se necesitan cambios estructurales y esos, tal vez, solo se logren llenando las plazas, las cumbres, los congresos y, por supuesto, también votando por políticos no tradicionales como los que surgieron de las movilizaciones populares de este año.
Si le da temor asistir a una marcha o sencillamente no lo puede hacer porque se le cruza con su horario laboral o de estudio, no dude en participar en alguno de los espacios paralelos que surgen de las movilizaciones masivas. O simplemente salga y de una vuelta por su barrio, seguramente encontrará a algún parche o colectivo en un cine taller o en una pintada de un mural, pregúnteles por qué lo hacen, cada cuánto y cómo puede colaborar. Por ahora, la invitación para este nuevo año es incluir dentro de nuestras reflexiones y proyecciones nuestra transformación como ciudadanos y ciudadanas. Como dijo el compositor popular Crescencio Salcedo: No olvidemos el año viejo porque nos ha dejado cosas muy buenas…
De antemano, pido disculpas a todos los procesos colectivos y sociales que no he nombrado en este escrito: a los campesinos de Ituango que caminaron por las vías de Antioquia y vivieron más de tres meses en el Coliseo de la Universidad de Antioquia desplazados por la construcción de una hidroeléctica, a las organizaciones y colectivos de jóvenes que en las ciudades se están moviendo con propuestas de arte, ambientales y que fortalecen y nutren las marchas, movilizaciones y protestas nacionales… A todos ellos y ellas quisiera, de manera personal, agradecerles por preocuparse por construir un país diferente.
Por: Diana Varón - https://www.facebook.com/dianaalexandra.v.cardenas