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Lo inútil de resistirse al cambio

Lo inútil de resistirse al cambio / Por Fernando Bautista Limas – IG: fernandbx

«¿Cuál es el parásito con mayor resiliencia? ¿Una bacteria? ¿Un virus? ¿Un gusano intestinal? Una idea. Resiliente… Altamente contagiosa. Una vez que una idea se ha alojado en el cerebro es casi imposible de erradicar.”

Cito hoy a Leonardo Di Caprio en la película ‘Inception’ porque, aparte del Covid-19, hay ideas de diferente índole que se propagan más que el mismo virus.

Recuerdo las burlas a las primeras chicas que se vincularon al Roller Derby. Diagnosticando una muerte prematura, los detractores y los insultos por “no ser un deporte de verdad” abundaban. Hoy en día, no sólo se ha profesionalizado la disciplina, ayudando al surgimiento de ligas y figuras a nivel mundial, sino cada día tiene más participantes y adeptos, incluyendo hombres y, a diferencia de algún “deporte rey”, equipos mixtos.

Recuerdo la superioridad intelectual contra el Reggaetón que predominaba hace una década. Por hastío, los eruditos lo vieron como moda pasajera y los tibios decían “Lo bailo pero no lo escucho”. Ahora, mutando como el nuevo “pop”, la juventud latina y mundial está unida cantando a pulmón herido himnos generacionales como “La Tusa”, “Mi Gente” o “Yo Perreo Sola”, renombrados periodistas están haciendo reseñas de sus “obras musicales” y hasta se habla de “reggaetón clásico vs moderno” y otras subdivisiones.

Sin darles juicio de valor, han seguido el mismo curso hacia la normalización conceptos como Terraplanismo, Antivacunas, Guaracha, E-commerce, Poliamor, Juegos de Rol, “Morenazismo”, Negacionismo (desde el cambio climático hasta el Holocausto), Influencers, RadFem, LibFem, Lenguaje Incluyente, Sugar Daddies&Babies, todas las variantes de igualdad de género representadas por letras en LGBTTIQA+% y cuantas más falten (al sol de hoy, los pedófilos buscan ser incluídos). Y ninguno de sus detractores podrá erradicarlos. Maltratando al que difiere, boicoteando al opositor, acosando al que argumenta y discriminando al atípico lo único que se logra es profundizar el impacto y el eco de dicha idea, dándole fuerza y vuelo entre quienes se identifican y se adaptan a la misma.

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Entonces, si las ideas aparte de resilientes y contagiosas son libres, ¿para qué atacarlas? ¿Por qué seguir dando la pelea perdida contra conceptos y nociones que coexisten con nosotros? ¿Hay una cura o un método para hacer que todos pensemos igual aparte de la imposición forzosa? ¿Por qué resistirse al cambio y a la divergencia en nuestra realidad con las ideas que la moldean? ¿Por qué encarcelarse en la convicción de negar al otro?

Para mí, cambiar de opinión a la luz de nueva información, interpretar la vida desde el lugar del otro y alejarse de cualquier ánimo de congregación alrededor de ideas propias no sólo es útil: son los verdaderos deberes humanos. Sin rebaños. Sin manadas. Sin convencer a nadie, quizá hacen falta mejores ideas, que se acomoden no sólo a las verdades propias sino a las ajenas. Quizá la mejor opción sea no plantar nuevas ideas en cerebros ajenos a la fuerza, sino emitir mejores ideas, más amplias, sin ánimo de convencimiento pero con la intención de incluir a los demás sin dañarlos. O quizá no: Finalmente, es sólo una idea.