Tite Curet Alonso: Poeta, plenero y cronista musical del Caribe
Tite Curet Alonso: Poeta, plenero y cronista musical del Caribe
Por Maelkum Marley (Selektar del Satélite Sursystem) – @HaroldPardey
Hay personas destinadas a la inmortalidad, como el prolífico compositor del barrio salsero, Catalino “Tite” Curet Alonso, a quien el pentagrama de nuestros afectos siempre lo evoca en el espacio público del paisaje antillano, donde el país se lleva por dentro. Breve perfil sobre “El Cervantes de la salsa” que escribió sobre los sin sabores e ilusiones del mundo, en clave de guaguancó y con la cadencia que nos da felicidad, mientras se danza con una mulata abusadora de cintura en cualquier calle latina.
“Canción social es también un tema amoroso, el conflicto de los sentimientos de una sociedad que nos castra para amar o por lo menos lo intenta (…) Cada palabra en cada una de mis canciones encierra un sentimiento, una pasión” – Tite Curet
Cuando percibimos los colores y ritmos que habitan la salsa, la música emerge como espíritu revelador de nuestros ancestros. Allí radica la magia auratica y perenne de Tite Curet, quien fuera dueño del sol por un instante en Borinquen, al lograr conectarse con el alma del barrio afrolatino, en miles de composiciones que dignifican las alegrías y cuentan las tristezas, de las nacientes ciudades del Caribe, cuando apenas despertaban a una tardía modernización que marginaba a sus mayorías (mestizos, negros y mulatos), mientras transcurría la primera mitad del siglo XX, y donde a ritmo de Bomba, Plena y Trova Campesina se gestaban los lazos comunitarios, y se configuraban las identidades populares.
Nacido el 12 de febrero de 1926 en un pueblo costero repleto de cañaverales, Guayama, al sur de la Isla de Puerto Rico, Tite Curet fue un hombre regido por el signo piscis que habita el mundo de los mitos. Con un caminar pausado y una voz de melaza, repleta de sabiduría y sensibilidad humanista, se consagró como gestor de la llamada «salsa de conciencia«, porque en sus letras se reflejaban los rostros de nuestra precaria realidad social, la cual conoció en sus primeros pasos en el barrio Hoyo inglés y luego en el barrio Obrero de Santurce, a donde llegó con su madre, la costurera Juana Alonso, después de que ella se separó de su padre, un profesor de español y músico de la orquesta Simón Madera.
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Hizo estudios de solfeo y teoría musical, y también se interesó por adquirir conocimientos universitarios en farmacia, periodismo y sociología, y trabajó toda su vida como despachador de cartas en la Oficina del Servicio Postal de Estados Unidos en San Juan. Sin embargo, nunca abandonó el oficio de la escritura, primero como periodista y poco después como compositor. Por varios años, a principios de la década de 1960, fue redactor deportivo para el diario “La Prensa” y la revista teatral “Extra”, ambas en Nueva York, oportunidad que le permitió conectarse con la realidad social de los puertorriqueños en la diáspora. También escribió para el periódico “El Mundo” de Puerto Rico en dos secciones llamadas “Con la música por fuera” y “Oyendo el disco sonar”, y para la Revista “Vea” en una sección llamada “Que siga la música”. Además participaba en el programa radial “Salsa-tropicalísimo”, que se emitía por Radio Universidad de Puerto Rico. También escribió un libro de evocaciones y anécdotas del mundo de la salsa: “La vida misma”.
Artistas como Ismael Rivera, Pete Conde Rodríguez, Chivirico Davila, Franky Dante, Joe Quijano, Ray Barreto, Rubén Blades, Cheo Feliciano, Roberto Roena, Andy Montañez, Héctor Lavoe, La Lupe, y Celia Cruz fueron algunas de las personalidades elegidas por el mismo Tite Curet para la interpretación de sus composiciones magistrales cuya ética creativa fue enaltecer la vida de los sectores populares, negros, campesinos y obreros en el Caribe, narrando sus experiencias y dando cuenta del valor que se inscribe en la lucha por la igualdad y la justicia. Otros ejes temáticos presentes en su obra son el amor y sus desventuras; además, de temas patrióticos que revelan la inmensa pasión que tenía por la isla del encanto; inspiraciones con matices religiosos; y melodías de corte político.
Su universo creativo abarca más de 2.000 composiciones, que comenzó a esculpir a la edad de 40 años, y que aparecieron en centenares de discos de salsa donde figuran: “Juan Albañil”, “Puro Teatro”, “Temes”, “Tiemblas”, “Periódico de Ayer”,“Barrunto“, “Sobre una tumba humilde“, “Anacaona», “El Primer Montuno”,“Las Caras Lindas”, “Plantación adentro”, “Juanito Alimaña” y “Esto es el guanguacó“, entre otras canciones surgidas de la imaginación un hombre humilde e introvertido, que nunca buscó la fama, y vivió a la sombra de las cuantiosas ganancias que obtuvo por su talento el sello Fania, de Jerry Masucci. A lo largo de su trayectoria, fue engañado por editoriales y discográficas; los enfrentamientos con emisoras puertorriqueñas que no querían pagarle derechos de autor le dieron muchos disgustos.
Tite Curet Alonso, el final
Hasta el final, sufrió estrecheces inimaginables para una figura de su talla, y murió el 5 de agosto de 2003 en el hospital Saint Joseph, en Baltimore (USA), después de luchar por varios años contra varios quebrantos de salud, los cuales se agravaron debido a la gran depresión que le causó la prohibición que existía para que sus canciones fueran radiadas en Puerto Rico debido a un pleito legal con la empresa editora ACEMLA (titular de los derechos de autor de sus canciones), con la cual Tite firmó, pero dicha empresa cobraba un valor muy alto a las emisoras boricuas por radiar sus creaciones, y las radiodifusoras se rehusaron a cancelarle a ACEMLA dinero alguno para difundir las líricas del compositor guayamés. Después de un largo pleito legal de 13 años se logró que las emisoras de Puerto Rico pudiesen incluir dentro de su programación las canciones emanadas de la pluma de don Tite Curet Alonso, ícono de la memoria popular y resistencia cultural afrolatina.