Por Julia Díaz Santa - @juliadiazam www.mambanegralatin.com
En Cali hacia 1933, tres mulatos llegaron a la ciudad con la ilusión de entrar al teatro donde se presentaba el Trío Matamoros. No venían de gala ni tenían entradas, eran apenas tres corteros de caña, aficionados a la música de los cubanos que habían escuchado, por casualidad, en uno de los discos que llegaban de Buenaventura e iban a parar a las casas rumberas de la zona de tolerancia de los barrios del centro. La noche del concierto ellos, como era de esperarse, no pasaron de la puerta.
Sin embargo, fueron abordados unas horas después, desde la ventanilla de un auto cuando caminaban por las calles de la capital vallecaucana. “¿Dónde va la rumba hoy?” preguntó un hombre desde la penumbra. Ese alguien no era nada más ni nada menos que Siro Rodríguez, integrante insigne del trío, quien llevó la música popular cubana por primera vez al mundo: El Trío Matamoros. Y el mulato que se acercó para responderle desde la acera era Tomás Rentería, el mismo que 100 años después, se revela bajo el nombre de El Callegüeso.
Hay encuentros fortuitos que se convierten en destino. Toda la historia que le sucede desde ese momento al mulato Tomás, es un tejido de casualidades. Sabemos que un diálogo posterior que tuvo con Miguel Matamoros lo obsesionó con la idea de llegar a Nueva York y sabemos que, antes de lograrlo, fue lanzado al mar cerca de la costa cubana, cuando viajaba de polizón en un barco mercante. Pero la investigación revelará nuevos contenidos.
“Los cuentos del bisabuelo, El Callegüeso, me los narró mi abuela Rosalba cuando era chiquito y siempre los recordé. Por eso cuando decidí aventurarme en este nuevo proyecto musical pensé en su nombre y en el de su flauta de ébano: La Mambanegra. Que también es el nombre de la orquesta que él formó en los recientes guetos latinos del Nueva York de los años 40”, narra Jacobo Vélez, director de la orquesta 2013 y quien fue por más de diez años director, músico y compositor de un grupo pionero en lo que hoy se conoce como las ‘nuevas músicas colombianas’: La Mojarra Eléctrica.
Pero la Mambanegra de hoy no suena al son cubano ni al latin jazz de principios de siglo XX, todo lo contrario, es una orquesta de música latina que tiene como veneno la salsa neoyorkina de los años 70s y a su vez integra elementos de la música jamaiquina, el funk y el hip-hop. “Pude encontrarme con mi bisabuelo y fue él quien me dio licencia y casi el poder para que bajo el nombre de su legendaria banda armara esta nueva propuesta con diferentes sonidos. Fue un encuentro misterioso, como todo lo que rodea a este héroe clandestino”, señaló Vélez.
La orquesta hoy es una de las variantes de un proyecto transmedia (música, video, literatura) que enmarca lo que les he contado y que espera revelar al público, el contenido de los hallazgos en el camino de los pasos del bisabuelo. Místico parrandero, El Callegüeso deja hoy, a través de su vida y sus peripecias por Cali, La Habana y Nueva York, las huellas para construir un relato particular de la historia de la música latina que nos refresque un poco la memoria.
Recientemente se lanzó al público el sencillo ‘La Compostura’, canción acompañada con un video clip que circula muy bien en youtube y fue grabado en 2012 en el legendario bar de La Matraca, en pleno corazón del popular Barrio Obrero de Cali. “Vienen más video tracks, el disco, y los secretos que nos revele esta historia. Estamos en eso, hay mucha música y queremos darles mucha vida. Tienen que revisar la web que es la casa del proyecto: www.mambanegralatin.com”, dijo el músico caleño.
Para quien no lo conozca, Jacobo Vélez ha sido estudioso investigador y explorador de los sonidos del caribe y el pacífico colombiano, el jazz, los ritmos afrocubanos, siendo cabeza de diversos proyectos. Ha compartido escenario junto a artistas como Chucho Valdés, Larry Harlow, Diego el Cigala y Sargento García, entre otros. Sus composiciones han llegado además a las pantallas, apareciendo en las bandas sonoras de películas como Paraíso Travel, Buscando a Miguel y Perro Come Perro.
Y bueno, también fue una eventualidad lo que hizo que yo me encontrara de nuevo con Vélez y decidiéramos hacerle cara desde la parte creativa a todo esto; él desde la parte musical y yo desde lo narrativo. Trabajamos desde Cali queriendo que música e historias se contagien del sabor de autentica leña. Para bien o mal, el veneno de la memoria nos intoxicó de vida ¿Qué hubiera pasado si? ¿Qué más encontraremos en la pesquisa del personaje? Son unas de las preguntas que nos persiguen a medida que avanzamos en la historia que esperamos compartirles. Me gustan porque además revelan la fragilidad de los grandes planes frente a los métodos del azar.