Por Edna Liliana Valencia / @EdnaLiliana_
“Te regalo la primera planta que en mi vida yo sembré en la tierra. Te regalo el cofrecito que antes de morir me regaló la abuela. Te regalo la emoción que sentí al ver nacer a mi primer hermano, la sonrisa de mamá al verme deletrear y mis primeros pasos… la experiencia de mis viejos, el dolor de sus ancestros, los poderes de sus dioses, sus odios y sus anhelos…” - Canción “Te invito”, grupo Herencia de Timbiquí.
Convencidos portadores de la identidad cultural del pacífico y de la herencia africana que viaja a través de los siglos en el cuero del Cununo, el recrujir del Guasá y el espiritual sonido de la Marimba de Chonta, los integrantes del grupo Herencia de Timbiquí son idénticos a su música.
Son personas auténticas y sencillas, son jóvenes talentosos de cuyos corazones fluye esta música encantadora que los llevó a ganarse la Gaviota de Plata en Viña del Mar, a convertirse en el símbolo contemporáneo de la música tradicional de Colombia y a recibir numerosos premios y galardones que confirman la alta calidad musical de sus composiciones.
Son los elegidos por la historia para responder preguntas como estas: “Que por qué grito tanto por las tardes? que por qué hago esa bulla al despertar? que por qué toco el bombo y la marimba? que por qué nunca dejo de cantar?... Que por qué hablo tan duro y como yuyo? que por qué hago un pepiado de Naidí? que por qué tomo jugo de chontaduro?” A los cual ellos responden sin lugar a dudas: “Lo que pasa es que soy de Timbiquí!”. (Canción “Y qué!”, grupo Herencia de Timbiquí)
Y fue allí, en este municipio ubicado en la costa del departamento del Cauca donde inició este sueño hace y trece años. Cinco de sus integrantes nacieron allí, otros en el vecino municipio de Guapi, y los que demás ya son reconocidos como “herederos” de la esencia cultural de estos territorios, esencia que ellos hoy rescatan desde lo empírico para traerla al presente y fusionarla con elementos de la música urbana alternativa y de la onda tropical para dar origen a un sonido realmente cautivador. ¡Hay que escucharlo para entenderlo!
Unos años después se trasladaron a Cali donde rápidamente se dieron a conocer. En 2006 ganaron el primer lugar de la categoría libre del Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, en 2008 se tomaron el Caribe en el cierre de los premios India Catalina, en 2010 estuvieron en el Gran Concierto Nacional con motivo del bicentenario de la independencia y se convirtieron en la primera agrupación colombiana en tocar en el Montreux Jazz Festival en Suiza. [VER VIDEOCLIP Herencia de Timbiqui & Puerto Candelaria - Qué pasa en mi casa]
En 2011 participaron en el SXSW en Austin, Texas y ganaron Premio Shock a mejor grabación del año con su álbum “Tambó”. En 2012 se ganaron al público paisa con su presentación en la Feria de las Flores y en 2013 la historia del grupo se partió en dos al ganar el premio a Mejor Interpretación Folclórica en el Festival de la Canción de Viña del Mar con su más reciente sencillo titulado ‘Amanecé’. La Gaviota de Plata se vino con ellos para Colombia y desde entonces nuevas puertas se han abierto.
Un concierto en la Cumbre Alianza Pacífico, el cierre de los Juegos Mundiales en Cali, una presentación en Rusia frente a decenas de mandatarios de ambas latitudes y la posibilidad de representar a Colombia en la asamblea internacional de la Organización Mundial de Turismo en la Cataratas Victoria en la frontera entre Zambia y Zimbabwe son algunos de los logros del grupo después de la Gaviota. Gracias a su participación en este evento, junto a una delegación de colombianos encargados de convencer a los jurados internacionales, Medellín fue elegida para ser la sede de la de la Cumbre Mundial de Turismo en 2015.
Próximamente se presentarán en la 3ra Cumbre de Mandatarios Afrodescendientes frente a más de 2000 líderes políticos afro de todo mundo, y en la Gala Inaugural del Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, el festival folclórico más grande de américa latina.
Herencia de Timbiquí permanece en la independencia, construyendo paso a paso su propio camino y convirtiéndose en los embajadores de la africanía que corre por las venas de Colombia. Gracias a ellos el país está volviendo sus ojos hacia territorios hasta ahora ignorados y se está reconciliando con ese impulso natural de todos los colombianos de mover la cadera cuando suena un tambor, sin importar la ciudad de origen, el sexo, la raza ni la condición.