Por Julián Felipe Gutiérrez - @jackmulligan
Si bien no es precisamente el dato más oculto de la tierra, no mucha gente sabe del activo vegetarianismo de Adolf Hitler. El hombre que ordenó la aniquilación sistemática del pueblo judío y encendió en llamas a toda Europa era incapaz de ver la muerte de un animal así fuera en una película de ficción, y cuando tenía invitados a cenar, los entretenía con detalles del sacrificio de reses y otros animales en un intento para convencerlos de adoptar una dieta vegetariana.
Ahora bien, si estamos de acuerdo en que Adolf Hitler es en un sentido muy claro el referente de La Maldad en la raza humana, capaz de llevar a una nación entera a la locura genocida y guerrerista, no resulta descabellado suponer que todas las dimensiones de su vida y personalidad de alguna manera están vinculadas con la maldad; entonces, si Hitler representa el epítome de La Maldad y Hitler era vegetariano, ¿Ser vegetariano es condonar a la maldad? El anterior razonamiento es un ejemplo de Reductio ad Hitlerum, término acuñado por el filósofo Leo Strauss en 1951, una forma de falacia de asociación en la que algo es descalificado no basado en sus méritos si no en su asociación más o menos endeble con algo (O en este caso, con alguien).
No hace mucho, Ramón Ayala (Lo conocemos mas como Daddy Yankee) hizo un argumento similar cuando dijo: “Si la música urbana es un veneno para la sociedad, la música clásica entonces es peor, partiendo del hecho de que la música que prefería Adolfo Hitler era la clásica”
¿Acaso eso fue lo que dijo? ¿Acaso el autor de clásicos como Gasolina descalificó a compositores del calibre de Bach, Mozart, Beethoven y Wagner solo porque Hitler los escuchaba? (Aunque, en aras del balance en los argumentos, también es cierto que Wagner tenía inclinaciones políticas e ideológicas no muy distintas a las del Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes) Como suele ocurrir 3 de cada 2 veces que una figura pública hace una afirmación controversial, la frase de Daddy Yankee fue tomada fuera de contexto. Originada en un programa televisivo de la República Dominicana, Ayala fue interrogado sobre la percepción que existe en algunos círculos de la música urbana como un ‘veneno para la sociedad’. Su respuesta al respecto fue mucho más larga que una frase apta para titular:
“Yo creo que si analizamos bien lo que es la música, todo tipo de música tiene algo bueno que ofrecer. De todos los sectores sale buena música. Basado en su argumento, entonces yo podría decir que la música más peligrosa es la música clásica porque era la música preferida de Hitler y de Joseph Stalin y eliminaron millones de personas no tan solo una sociedad si no casi el mundo entero”.
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La respuesta, cuando la vemos completa, es bastante inofensiva, y de hecho, bastante coherente. Sin embargo, la reacción de la opinión pública alrededor de lo que fue una frase descontextualizada fue particularmente diciente. Memes, tweets y entradas en Facebook que descalificaban el argumento de Ayala sin mayor razón que ‘Es que lo dijo ese tarado de Daddy Yankee’. A la hora de descalificar lo que parecía una muestra de Reductio ad Hitlerum, terminamos cometiendo un Reductio ad Yankium.
Lo más grave es que esta falacia aparece con altísima frecuencia en la crítica cultural: Los círculos académicos descalifican las expresiones aborígenes o las tratan con una odiosa condescendencia, y las bandas o músicos que suscriben abiertamente sus creencias religiosas en su obra son ridiculizados, como ocurrió con Pescao Vivo en Rock al Parque cuando, independientemente de su calidad musical, fueron masacrados por la opinión. Es inevitable que el origen de las obras que encontramos nos predispone hacia ellas, pero ¿De qué nos estaremos perdiendo al juzgar los libros por su portada?
[VER La enfermedad de Rock al Parque]