Por Ivan Samir Otero - @adzsounds
(Impulsor en la isla de San Andrés, de la fracasada campaña Más Reggae Menos Tón)
Tego es pura verborrea de malandreo, estrafalario, fetichista de la palabra, fanfarronería de barrio, cara dura de esquina caliente. Pero Tego, también es un intelectual de clase acomodada, que sabe combinar muy bien, un puñado de influencias en su música, sin despertar sospechas. Con sangre en las venas para guerrearse la vida saliéndose del molde. Actor de cine, ex convicto, e icono portorriqueño de la música urbana o latina o qué se yo… en fin, hoy día, toda una celebridad de Hollywood.
¿Pero qué tiene Tego Calderón, que lo hace inmune al desprecio que sufren los reggaetoneros?
Piénsenlo un segundo.
"A mí me gusta todo tipo de música", dice Tego, a un reposado entrevistador que lo cataloga como reggaetonero.
Por mi parte, trataré de ser sensato. A casi nadie que conozco le gusta el reggaetón pero a casi todos nos gusta bailar. Videen esta situación: Interior noche. Discoteca repleta de gente. Mujeres hermosas. Algunas voluptuosas, chicas estrato 3 y otras estrato 18. Tipos cool, otros idiotas, más de un conquistador. Farándula de la televisión, camarógrafas, jet set. Parejitas en calentura y calor. Todos alicorados. En una situación de “me llevas tú ó te llevo yo, pero aquí no nos quedamos". Volátil. Suena esa canción que conecta a todo el mundo. Un reggaetón. Se prende el cachondeo. “Pero pegaito a la pared en lo oscuro…”.
Por otra parte se crea una dicotomía, un conflicto de interés, una dualidad muy interesante, más allá del blin’ blin’. Las mujeres mayormente atraen la mala fama al reggaetón. Aunque no es si no que sientan el ritmo para glorificarlo, para contonearse cual palmera al soplar de la brisa del mar… Hedonismo. Y si no me creen, vean cómo más de una relación ha terminado en el cliché de tribunales y demandas multimillonarias. Prensa rosa. Prensa boluda que masifica la estupidez. Escándalos de Daddy Yankee a Don Omar o tropezándonos en el ámbito nacional de J Balvin a... Nada que uno no pueda publicar. Leer.
El reggaetón es un concepto polémico, que vende. Y Tego lo sabe, él tuvo escuela rockera. Pero con su música transpuso los límites de una corriente sonora fantasma, menospreciada. Y no les hablo del más popular y rompedor de los todos estilos latinos surgidos en el Caribe, que domina las masas. No, hablo de que Tego utilizó su ingenio y sagacidad de zorro prieto, para capturar la franqueza del rap barriobajero y la enganchó a su brutal honestidad. Rimas sobre cualquier base que se asemeje al hip hop pero con el sabor de la isla del encanto. Puerto Rico, yo nunca dejaré de amarte. En el caso explícito de El Abayarde, se cargó de un proto-ritmo que emanaba de un montón de Frutti loops de peladitos birriosos, jugando a emular el dancehall de Jamaica. [VER EL SOCIO SABE CÓMO ES EL NEGOCIO]
Gente que podía hacer música como podía. Nadie de esos barrios pensaba, “seré alumno de Juilliard”. Todos querían salir de pobres. Montar la suya. Porque el reggaetón es música y ritmo de pobre excéntrico devenido en multimillonario humilde y altruista. Además tenemos que reconocerlo como un imperio multipolar de negocios más allá de la música. Es una cultura. Donde hay reyes, jefes, extraterrestres, musicólogos, patrones, Nerds. Pregúntele a Jiggy Drama si hace reggaetón o modeup. ¡Música urbana?
La diversidad de un disco como The Underdog alcanza para enredar sonoridades de una bomba puertorriqueña, reggae, blues, rumba cubana y salsa neoyorquina… me puedo quedar sin argumentos para convencerlos de lo desgastante que es ir contra la corriente. La música yo la veo como el mar con muchas corrientes. Tego va como un surfer que tiene su tabla. Ya sabe surfear pero está esperando su ola, o su nueva ola.
Cuando vino a San Andrés pidió que abrieran las puertas. Habían entrado los que pagaron la boleta. Dijo en tarima algo así como: “Ya el show está vendido, dejen entrar a mi gente que está afuera. Ellos vinieron a ver y escuchar al Tego Calde. Así que no jodan más y déjenlos entrar”. Entraron como 200 personas más. Se conectó la isla. Don Omar nos dejó plantados. Nunca llegó. ¿Si ven a lo que me refiero sobre el escuchar reggaeton y ser reggaetonero? Yo a veces escucho a Tego, Calle 13 y uno que otro. Pero los demás, son los demás. La banda sonora de casi cualquier ciudad en Colombia. [VER 200% GREENMOONIZADOS]
No quiero escribir más nunca sobre esta música. Es peligrosamente deliciosa para mi salud. Así que entiendo por qué a Tego Calderón no le gusta el reggaeton. Ni a mí tampoco.