Me encontré con el proyecto en el barrio Bellavista en un momento donde estaba buscando una experiencia que me recordara el sentido de la música y el arte en la vida. Estaba viviendo una profunda crisis a la que me había llevado el trabajo como músico profesional en el contexto del espectáculo.
En uno de mis proyectos, algunos de sus integrantes me acababan de decir, con toda claridad que, si no había dinero de por medio no los llamara para tocar... Esta situación me conflictuaba profundamente porque a mí la música me ha llegado siempre como un regalo, particularmente en todo lo referente a las músicas tradicionales. En los festivales, en las parrandas, en muchas situaciones, nunca me han cobrado dinero a cambio de tanta sabiduría, los maestros siempre han sido muy generosos con nosotros.
La crisis de ese momento se condimentaba con que, en simultánea, acaba de renunciar a un trabajo como percusionista en que aguanté como dos años y medio tocando pop latino, trabajando en las condiciones ideales en cuanto a la producción y el pago. Sin embargo, me sentía vacío y contrariado todo el tiempo... Esa música me parecía mecánica, manipuladora, políticamente incorrecta.... El dinero no compraba mi alma ni mi necesidad interior...
La llamada de Mateo Molano para que lo reemplazara como profesor de música tradicional de marimba en un barrio marginal, me cayó como anillo al dedo, necesitaba con urgencia volver a lo básico.
Él me dijo que hablara con María Cristina Tavera, quien en ese momento coordinaba titánicamente el trabajo invisible que se realizaba en el barrio y que correspondía a una iniciativa de la Fundación Arte y Juventud Sin Fronteras, uno de los brazos de acción social de la Academia de Artes Guerrero.
Nos pusimos una cita en el portal de Bosa. Montado en el G96, la ruta expresa y dominical del "transmilleno", me demoré una hora y media de portal a portal. Vivo en Suba, así que de entrada pensé que necesitaría mucha paciencia para transportarme semanalmente. Sin embargo y a pesar del trasnocho, iba contento porque la intuición me auguraba un viaje lleno de tesoros.
Bogotá es un gigante enfermo, pensé, mientras miraba por la ventana el recorrido de caños, grafitis, habitantes de la calle, carros y exostos, y la fauna del asfalto.
Después de muchas idas y venidas, entendí que realmente en cada viaje salía de la jurisdicción de Bogotá y que esas lomas a las que iba, estaban en la localidad de Soacha.
En todo caso, del portal tomamos un bus hasta Unisur y de allí, otro hasta Ciudadela Sucre, al sector Bellavista Planta Baja. Luego caminamos loma abajo por esas calles amarrillas, llenas de sonrisas y lágrimas en los andenes, hasta llegar al centro cultural de Bellavista donde esperaban ansiosos un montón de chiquitos.
Nunca imaginé que este encuentro marcaría profundamente mi vida y que llegaríamos a consolidar un grupo musical de marimba urbana, que compondríamos canciones, nunca imaginé que íbamos a grabar un CD y que me estaba encontrando con gente de altísima calidad humana y artística. Ni se me pasaba por la cabeza que el entusiasmo y las ganas me harían sentir que ese viaje de extremo a extremo de Bogotá era muy corto.
Allí me encontré también con una marimba de chonta, dos bombos, dos cununos y dos guasás, instrumentos con los que íbamos a trabajar y que habían viajado desde Guapi (Cauca) hasta Bellavista, en un recorrido que nosotros realizaríamos simbólicamente en el sentido contrario.
A cada paso iba corroborando que esta era una cita importante y era la oportunidad perfecta para recobrar ese sentido básico de la música que había extraviado.
Esa misma tarde fueron llegando los jóvenes más grandes, quienes más tarde serían los que ayudarían a empujar y a pilotear ese barco. Ese encuentro con ellos fue sintonía y sincronía a primera vista.
Los primeros meses dicté una clase a puerta abierta a la que entraba y salía todo el mundo. De repente entraba un vecino y se ponía a bailar, o la vecina que había pasado a llevar a su hija mayor le daba teta a un bebé mientras sonaba un bunde.
Los más pequeños jugaban por el salón, escuchando y sintiendo de refilón lo que los grandes hacían... Desde el comienzo entendí que estábamos dialogando con el barrio entero, habitado en su mayoría por afrodecendientes del Pacifico y que la mejor manera de dialogar era generar un espacio abierto, en el que todos pudieran interactuar con libertad. Luego, con el tiempo, todo el proceso se ha ido formalizando más y ahora todo está más estructurado. Del trabajo de formación musical en esa clase, nació el grupo Son de Bellavista.
En el transcurso de estos 3 años de viaje dominical, en los que se ha desarrollado una construcción de redes sociales a través del arte -así como lo define el director general Carlos Guerrero-, he ido también enterándome de la historia de ese proceso que lleva ya unos 15 años y en el cual llegué a sembrar en terreno ya abonado.
Hoy por hoy Son de Bellavista es un grupo sólido, que a través del formato tradicional de marimba, hace música urbana, suena el currulao con un aire a bambuco nuevo, suena la rumba y el dance hall, el bunde, la juga, la salsa; todo se puede y todo se vale.
La banda suena con mucha garra, porque esos pelaos tienen mucha garra, tiene un swing de barrio y a la vez muy Pacifico. Las letras de las composiciones hablan de las historias de vida de ellos mismos, de sus vecinos, de sus tíos y abuelos, la música se ha ido convirtiendo en una herramienta para endulzar la vida, el canto ha ido llegando en conexión con el alma y la búsqueda de una voz propia. Los tambores se han ido afincando dando confianza a los cununeros y bomberos y ya estamos cocinando el segundo disco y tenemos la flecha apuntando lejos con un montón de sueños cada vez más posibles.
Don Juan, la abuela Estéfana, Tatiana, Karina, Yulián, Melisa, Carolina, Piedad, Anyie Natalia, Junior, Adrián, John, Anyie Lorena, Martin, John Fredy, Felipe, Margarita y Eulalia... a todos nos toca el alma y a todos nos rescata de nuevo, para recordarnos que la música en su esencia, es un regalo.
https://soundcloud.com/sondebellavista
Por Juan David Castaño @grupolarevuelta