Por Luis Alberto Ramírez - Docente de Bajo Eléctrico en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas y Universidad Pedagógica Nacional.
¨Es sobre un chico de la calle, chasqueando los dedos y limpiándose la nariz con una mano, un guante de beisbol en la otra, siendo beligerante y siendo fiel a sus armas.¨
Jaco Pastorius, hablando sobre su tema Punk Jazz en Soocher, Stan, “Kings of Crossover, a Rocker’s
Guide to the Jazz Heavies: Weather Report,” Circus Weekly, Feb. 6, 1979, p. 22.
Nada mas frio que la biografía de un artista; gracias a éstas, perpetuamos la idea de que aquellos seres humanos, que ya han sido inmortalizados en sus obras deben ser convertidos en simples objetos, y reducidos a datos, fechas y anécdotas; ahora los artistas, independiente de su creación, se convierten en rostros de mármol inmutables; y son susceptibles de estudiarles, clasificarles, diseccionarles, y comprenderles.
Paradójicamente, mientras buscamos percibir en la obra de arte el motor vital que indujo su creación, nos sentimos vivos al escuchar música, o sentimos placer al observar una pintura; la representación biográfica de quien la crea, anula en parte su humanidad, y lo eleva (o reduce) al espacio destinado a lo eterno y certero.
En el caso de la música esta paradoja es mas evidente; pareciera que como mecanismo de defensa al carácter abstracto e íntimo propio de este arte o por temor a su capacidad de afectar y conmover profundamente el sentimiento del hombre, fuese necesaria la creación de normas y sistemas propios de comprensión; o, acaso ¿qué es la notación musical, si no una manera elegante de quitarle a la música su particular manera de relacionarse con el tiempo, y convertirla en objeto tangible, atemporal, y así lograr dominarla, comprenderla, recrearla y analizarla?; por tal razón, los músicos aprendemos normas, que buscan reducir la infinidad de posibilidades sonoras.
En la formación musical se programan los cerebros con conceptos teóricos, y se instruye para que se puedan denominar con éstos, todo tipo de estímulos sonoros, por ejemplo, se aprende lo que significa el concepto ¨acorde¨, se nos enseñan sus categorías y practicamos para clasificar en estas todo acorde que escuchemos. Sin embargo, de vez en cuando aparece un ¨acorde¨, cuya cualidad sonora nos toca en lo profundo del ser, quizá por los instrumentos usados para interpretarlo, quizá por el instante en el que aparece al interior de una pieza, quizá por que la manera en que es ejecutado, o por quién es ejecutado; sí, de vez en cuando aparece un ¨acorde¨ particular que trasciende el mero concepto, y nos recuerda de manera cruda, que la música y el arte, como la vida misma, solo son posibles en las particularidades. [Lea también YO SOY LA FAMA]
En el instante en el que somos afectados espiritualmente por una obra de arte, es cuando nos volcamos a las biografías de los creadores, buscamos en sus vidas algo que nos ayude a comprender el cómo es que éste logra manejar los conceptos técnicos o teóricos de manera tan propia, buscamos situaciones, experiencias, intereses, en fin; una razón del porqué su obra nos conmueve; sin embargo, lo más probable es que allí no hallemos respuesta.
A esta conclusión llegué, cuando comencé a sentirme conmovido, hasta la nausea, por la obra de uno de los más grandes bajistas de la historia, el señor John Francis Anthony Pastorius III, más conocido como Jaco Pastorius.
Mi relación con Jaco y su obra, no fue siempre de admiración; podría decir que ésta ha evolucionado desde el temor, pasando por el odio y la indiferencia, hasta llegar al asombro, sin embargo, para lograr sentirme sinceramente conmovido, me vi en la obligación de comprenderle, tanto a él como a su obra, de una manera diferente. Busqué hacerme una imagen que integrara a Jaco como ser humano y como músico, una imagen en la que pudiese reconocer al hombre, detrás de los elementos musicales registrados en las partituras; para hacerlo, tenía que alejarme de las descripciones y datos aportados en las biografías, además de evitar los análisis musicales que tienden a reducir una obra a meros conceptos técnicos, y comencé a dejarme llevar por su sonido, por sus interpretaciones, por escuchar su voz, o ver su letra al escribir, por leer las palabras de quienes lo conocieron, y poco a poco comprendí que lo que buscaba de él se encontraba en la dicotomía entre la simpleza de su existencia y lo elaborado, técnico y complejo de su obra.
La primera obra de Jaco que estudié, fue el solo inicial de ¨Punk Jazz¨, una de las composiciones que él aportara para el álbum ¨Mr. Gone¨ (1978) de la agrupación ¨Weather Report¨, y aunque la estudiaba casi de manera obsesiva, y me fijaba, en la precisión del metro, la afinación perfecta en el bajo fretless, e intentaba desarrollar su velocidad, mi maestro siempre decía que me faltaba ¨algo¨, que debía ¨escucharlo más a él¨, y dejar de leer la partitura. Absurdo, pero cuando dejé de leer la partitura que estudiaba, perteneciente al libro ¨A portrait of Jaco, the solo collection¨ escrito por Sean Malone (bajista de la agrupación de metal Cynic), observé en el párrafo introductorio que allí se hace a la pieza, lo siguiente: ¨Quizás el aspecto más interesante de estudiar este solo, es descifrar la elección de notas que hace Jaco. ¿Es realmente improvisado?, ¿Por qué se escogen estas notas sobre las otras?, ¿Qué trata de comunicarnos?¨
Las preguntas abiertas que plantea Malone retumbaron en mi cabeza y se hicieron más fuertes cuando decidí interpretar ¨Punk Jazz¨ ante un jurado; como siempre me faltaba ese ¨algo¨, pero uno de los oyentes uso un par de palabras que se sumaban a ese ¨algo¨, ¨… le falta Calle, tienes que buscar ser más lirico…¨. ¿Calle?, ¿Lirico?, otras palabras que como “Groove” y “Feeling”, nadie puede definir, pero que al parecer son obvias en nuestra práctica como bajistas.
Al pasar de los años reflexioné mucho sobre la manera de interpretar la obra de Jaco, y en cada nuevo repertorio, aparecían las dudas sobre su ejecución, las cuales se sumaban a la búsqueda que tenía de hacerme una imagen de él como ser humano; sentía que mientras no la lograra, siempre faltaría ¨algo¨. De repente, de manera casual, me encuentro con un breve escrito, el cual pareciera únicamente hecho con el fin de describir a Jaco, y de responder mis cuestionamientos, bajo el título ¨Ser Lirico¨, el escritor rumano Emil Cioran, define el lirismo como ¨Hallarse repleto de uno mismo, no en el sentido del orgullo si no de la riqueza interior, estar obsesionado por una infinitud íntima y una tensión extrema… en eso consiste vivir intensamente, hasta sentirse morir de vivir.¨
Vida era lo que precisamente debía encontrar y reflejar en su obra, llevar la interpretación a la tensión extrema del existir, de mi existir. Es decir, mi papel como bajista, no era recrear la existencia de Jaco, era vivir en su obra, tenia que buscar mi propia ¨Calle¨, mi propia pulsión, mi propia ¨Tracy¨ para retratar (En referencia a la Obra ¨Portrait of Tracy¨, escrita para su esposa Tracy Lee Sexton). inmediatamente la imagen de Jaco fue clara para mi, y aunque en las biografías se resalta como contradictorios los elementos propios de su música, respecto a su apariencia de surfer californiano, chico de pelo largo y ropa desastrosa; yo podía ver a un Jaco integral, un beligerante chico de la calle con guante de beisbol, cuyas armas eran la música misma, y un bajo eléctrico para recrearla. Entendí que el autoproclamarse como ¨el mejor bajista del mundo¨, era un reflejo de esa riqueza y plenitud interior de la que hablaba Cioran, que Jaco vivía en el bajo hasta el punto de poder morir en él, y que en su obra convivían simultanea y complementariamente Bach, Stravinski, la pesca y el baloncesto.
Allí radica su genialidad, logró hacer vital lo que para muchos de nosotros queda en el plano intelectual, y más aún, el conocimiento musical lo convirtió en parte de su propio lirismo, lo comprendí cuando al estudiar el tema de Weather Report ¨Havona¨, (en libro de Urantía un universo perfecto compuesto por un billón de esferas de belleza inimaginable y que es fuente de amor perfecto, encanto y satisfacción), me encuentro en su solo la frase de inicio de la 'Consagración de la Primavera' del compositor ruso Igor Stravinski; Jaco en vez de componer una pieza aislada sobre esta frase, la usa como material en un solo, es decir, la usa allí por que la vive, la siente propia y se define en ella.
No se si mi interpretación de la obra de Jaco mejoró después de llegar a esta conclusión, pero sí es cierto que comencé a disfrutar su estudio mucho más; en mi ejercicio docente veo cómo los estudiantes pelean con las notas, con las digitaciones, se agotan de su complejidad, y veo como abandonan temas como Donna Lee, o, (Used to Be a) Cha Cha. Y esto se debe a que no han hecho de su interpretación un ejercicio vital de su propia existencia, no se ha encontrado en la obra, su propia ¨Calle¨.
Pero no todo es positivo en el ejercicio del lirismo sin límites, el llevar el ejercicio vital hasta el extremo, en la mayoría de los casos solo conduce a la muerte. Y Jaco no fue la excepción, junto a la personalidad desordenada, extrovertida, arriesgada, y el dominio conceptual de lo musical, existían los miedos y las frustraciones; cuando la obra sobrepasa al creador, inmediatamente aparece la responsabilidad de la existencia. En medio de una borrachera, junto al baterista Bobby Economou, Jaco con lágrimas en los ojos pregunta, ¨¿Qué hago aquí?, todas las expectativas puestas sobre mi… toda esa responsabilidad, ¿qué voy a hacer?¨. Jaco no solo hablaba de una responsabilidad musical, hablaba de la responsabilidad de existir, aspecto que para él se complicaba cada vez más debido a su enfermedad maniaco – depresiva, y al creciente abuso de drogas y alcohol. El posicionamiento de Jaco como icono, era inversamente proporcional a su capacidad de vivir; al respecto Mary Pastorius dice: ¨Pero la realidad consiste en que mi padre era sólo un hombre, y un hombre muy enfermo que necesitaba ayuda¨, A mi padre se le permitió un comportamiento vergonzoso, porque era Jaco Pastorius. Nunca habrían permitido a una persona normal esa pérdida de control, ni las prerrogativas que él recibió. Esto pareció jugar a su favor, pero en realidad, creo que lo hizo en su contra. Esto le impidió conseguir la ayuda que él desesperadamente necesitó.¨
Y es así, que Jaco muere, muere de vivir; y me pregunto a veces, ¿Cómo hubiese sido la obra de Jaco, después de su muerte?, ¿en su vejez?, ¿Cómo se reflejaría su lirismo, en su obra?, Nunca lo sabremos, pero creo que muchas veces, como en el caso de Jaco, matamos al hombre para perpetuar al genio, solo para tener una biografía que contar.
* Más artículos en http://musicmachine.com.co/index.php/musica.html