Por Juan Sebastián Rojas - Etnomusicólogo (U. Indiana), antropólogo (U. Nal), y músico percusionista -
Es imposible hablar de músicas tradicionales en los últimos setenta años en Colombia y no hablar de Los Gaiteros de San Jacinto. Más que una agrupación musical, los Gaiteros son una institución cultural de los Montes de María y el país. Su presencia e impacto en el desarrollo de las músicas populares colombianas es innegable. El sonido de sus gaitas corridas, puyas y porros, de sus tambores, y de temas como “La maestranza” o “Candelaria”, son inolvidables. Hoy día, a pesar del paso del tiempo, tanto los veteranos maestros como las nuevas generaciones de estos linajes gaiteros continúan pujantes esta escuela de gaita tradicional, perpetuando la vigencia e influencia de esta legendaria agrupación en las músicas colombianas actuales. ¿Cómo pasar por alto su Grammy Latino de 2007? ¿O su rol como maestros de jóvenes músicos fundadores de las “nuevas músicas colombianas” en Bogotá y otras ciudades desde inicios del nuevo siglo?
Pero a pesar de su estatus de súper-estrellas de la música tradicional, sus integrantes siguen siendo gente abierta, espontánea, de charla y risa fácil, como suele ser característico de la gente del campo colombiano, y más aun, de los pobladores de la región Caribe. Aun recuerdo una ocasión en la que caminando por la calle 45 hacia la Avenida Caracas, en el barrio Palermo en Bogotá, al pasar por la puerta de un pequeño bar de rock oí una voz conocida, y al asomarme, reconocí estupefacto a Juan “Chuchita” Fernández, legendario vocalista de la agrupación, participando con su guacharaca e improvisando versos en un jam de blues con un grupo de jóvenes del barrio. Al reconocerme, sonrió, se acercó y me saludo diciendo: “¡Vea compa, me cogió asando yuca!”. Y son esa espontaneidad y dominio los que han mantenido al maestro Juancho al frente de la agrupación, especialmente después del deceso de su primo Nicolás Hernández, intérprete de la gaita macho y anterior director de la agrupación, en 2013.
Los orígenes: Las familias de Gaiteros de San Jacinto
Tanto Juancho como Nicolás eran sobrinos del legendario juglar sanjacintero Miguel Antonio Hernández, más conocido como “Toño Fernández”, cantante, compositor, intérprete de la gaita macho, y el primer director de fama de la agrupación. Y es que Los Gaiteros de San Jacinto son una institución, literalmente: aunque hay una formación oficial integrada por los maestros veteranos, existen otros grupos, compuestos por las nuevas generaciones de estos linajes, quienes desde siempre se han encargado de mantener la tradición.
La historia nacional de los Gaiteros comienza cuando Delia y Manuel Zapata Olivella visitaron San Jacinto a comienzos de la década de los 50s buscando un grupo de gaitas para su compañía folklórica. En ese viaje se encontraron con Toño Fernández, José Lara, y Nolasco Mejía. A ellos, después se les unirían Juan Lara y Catalino Parra. Juntos, harían resonar sus gaitas y tambores en innumerables países de Asia, Europa y América Latina, donde en 1968 ganaron la medalla de oro en las Olimpiadas Culturales de México. En años posteriores, otras figuras legendarias de la música de gaita desfilarían por sus tropas, tales como Nicolás Rodríguez, Manuel de Jesús “Mañe” Mendoza, Gabriel Torregrosa, y Antonio “Toño” García (aun activo) entre otros. Recientemente, músicos más jóvenes como el finado tambolero Guálber Rodríguez, Gabriel Torregrosa Jr., Francis Lara, o el maestro gaitero Freddy Arrieta se incorporarían a este importante legado.
Gaita, orquestas tropicales y gaita fusión
En las épocas doradas de la música tropical, a mediados del siglo XX, las orquestas de Lucho Bermúdez y Pacho Galán, entre muchas otras, se inspiraron en sonidos tradicionales costeños como los de la música de gaitas para sus producciones. Las secciones rítmicas de dichas orquestas, al igual que las melodías en clarinete de muchos de sus temas, jugaban a imitar, entre otros, las sonoridades de los conjuntos de gaitas, de los cuales el más popular era los Gaiteros de San Jacinto. En su expresión más tradicional, sin embargo, estas músicas eran todavía demasiado “rurales” y “negras” para el mercado nacional, a juicio de la industria discográfica. A pesar de esto, tuvieron cabida en el mercado, pero como “folklore”, más que como música comercial. A mediados de los 70s y 80s, gracias a su fama internacional como embajadores culturales, la música de los Gaiteros llega a las disqueras nacionales, donde publican más de diez LPs. Aunque son grabaciones ya clásicas de gran valor, éstas incorporan instrumentos no tradicionales, arreglos modernizantes, y un enfoque de post-producción que no favorece al sonido de los tambores, el cual es fundamental en la identidad sonora de esta música.
Sin embargo el mundo se estaba volcando hacia una revolución cultural, una revolución matizada por la globalización económica, por la apertura de fronteras y por el reconocimiento a la diferencia: la multiculturalidad. Es en este contexto que en la década de los 90s artistas como Carlos Vives y La Provincia o Totó La Momposina comienzan a hacer visible la música de gaita de una forma masiva, tanto a nivel nacional, el primero, como internacional, la segunda. Este espaldarazo de la cultura popular posmoderna fue fundamental para incentivar a bogotanos, y otros jóvenes urbanos, a acercarse a la música de gaita, quienes acudieron inmediatamente a donde Los Gaiteros de San Jacinto.
Es así que la ciudad de Bogotá vivió un boom de música de gaita durante los primeros años del nuevo siglo: una revitalización de los grupos sanjacinteros sin precedentes, quienes aun hoy residen en la ciudad debido por ser el lugar donde hay más demanda por su música y labor artesanal como constructores de instrumentos. Paralelamente, sin embargo, los Gaiteros también fueron (y aun son) los maestros de un gran número de músicos bogotanos, quienes con férreo interés y disciplina por esta músicas, aprendieron los lenguajes musicales tradicionales, para luego emplearlos en sus propias interpretaciones: bien sea en la forma de grupos urbanos de proyección folklórica, o de propuestas de fusión.
Es así que nombres como Curupira, La Mojarra Eléctrica, Sidestepper, Eka, La Revuelta, La 33, Tumbacatre, Asdrúbal, Primero Mi Tía, Palanca, y otros, tienen una relación directa con Los Gaiteros de San Jacinto: han sido sus alumnos y han recibido su fuerte influencia, de una u otra manera, lo que ha marcado su sonido y su identidad como nuevos sonidos musicales colombianos. Así, una vez más, los Gaiteros, desde los Montes de María, moviendo la nación y el mundo con la vibración de su música ancestral y la magia de su tradición popular. [VER Pa’ lante y pa’ trá, Curupira más de una década]