Por Andrés Gómez Morales - @dresnapolux
Aunque a los fieles del circo Manson, les importara poco y nada el periodo introspectivo en que cayó su profeta luego de la ruptura con el pin-up y las parodias del nazismo: el adiós a Dita Von Teese y a la iglesia satánica de Anton La Vey; The Pale Emperor (2015) traza un puente registrando el ocaso de un ícono de los noventa que se redefine fiel a la fatalidad mefistofélica que lo caracterizó en Eat Me, Drink Me (2007).
El periodo circense está súper documentado: el advenimiento del Anticrisht Superstar (1996) consumado en el post-glam del Dope Show, cuando todavía las ingenuas conciencias de los grupos cristianos veían en Marilyn Manson la entronización del mal y la causa del nihilismo de la juventud blanca anglosajona protestante.
Hoy Marilyn Manson está más cerca de Brian Warner que del escándalo post-grunge auspiciado por Trent Reznor, su espiral descendente, y las misas negras celebradas en la casa donde fue asesinada Sharon Tate. Incluso el nuevo look, un corte hongo, evoca su juventud torturada por el temor a Dios en el sótano donde su abuelo escondía la pornografía más depravada que un cristiano pudiese ver.
La introspección del periodo que incluye The High End Low (2009) se traduce en atmosferas dark wave con bases acústicas que rememoran la vieja escuela del heavy metal y funcionan como un concepto constante en The Pale Emperor, compuesto por diez canciones en un formato donde la producción lejos de homogenizar o adornar la música, resalta la esencia inacabada y la crudeza del sonido en vivo.
Tyler Bates, compositor de bandas sonoras para cine, series y juegos de video, co-escribe, co-produce, toca la guitarra y depura el sonido que comienza donde el circo Manson termina. No hace de Manson su Frankenstein como lo hizo Trent Reznor, aunque depura en cada canción el espíritu del anticristo redimido por las masas del que ha hecho gala a lo largo de su carrera.
The Pale Emperor es una cumbre, una síntesis y un nuevo comienzo del autoproclamado Mefistófeles de Los Ángeles. Vuelve con simplicidad al camino recorrido en sus anteriores trabajos en contraste con el barroquismo, tipo Jodorowsky, de su trabajo predecesor Born Villain (2012). Allí, industrial, visual y progresivo; aquí, acústico, sonoro y regresivo. Aquí cada corte comunica con la totalidad que es su discografía, renovando la declaración de principios que es su propio nombre.
Marilyn Manson se ha convertido en el emperador pálido, rememorando una carta del tarot que acompañaba los años de ocultismo que precedieron a Holy Wood (2000), un disco que al gusto de Chuck Plahniuk, lee y reinterpreta diez años de escándalo y parodia.
The Tin White Duke se hacía llamar David Bowie a mediados de los años 70. Ya en Mechanical Animals (1998), Manson lo evocaba en su androginia. Ahora se apropia de la palidez del duque para convertirse en un falso profeta de las calles duras de Los Angeles que también perturbaron a Bowie. Juntos exploraron la oscuridad que se esconde bajo la sonrisa de esa ciudad que siempre está deslumbrada por la industria del ocio. [Lea también CYPRESS HILL: VIVIR Y MORIR EN LOS ANGELES]
Killing Strangers abre el disco, con una melodía lenta sostenida por la guitarra de Tyler Bates donde la voz desgarrada de Manson recuerda la xenofobia americana, la seguridad que se sostiene en las armas de fuego: We got guns, you better run / We're killing strangers, so we don't kill the ones that we love…
En Deep six, el segundo corte, hay un viaje interior que se resuelve proclamando la sinceridad que hay en el pecado: La canción es recreada en el video minimalista de Bart Hesse. Allí Manson se convierte en el gusano de Beatlejuice que encarnara su amigo Jhonny Deep en la película de Tim Burton.
Las colaboraciones con Jhonny Deep son recurrentes, además de acompañarlo rasgando la guitarra con sus manos de tijera en You´re so vain, una versión del curioso tema de Carly Simon dedicado a Mick Jagger en los años setenta, aparece frecuentemente en el clímax de sus conciertos. También le regaló el libro de Antonin Artaud, Heliogabalo o el anarquista coronado que inspiró el nombre del disco y la figura del emperador blanco.
La connotación religiosa de la decadente Third day for a seventh day binge, aparece en la primera línea de la letra: “solo llegamos al tercer día de siete días de jerga”. Manson alude a la historia bíblica del génesis, al tercer día de la creación, que celebra el rastafarismo, cuando Dios hizo la hierba y el follaje, a las relaciones tormentosa que se consumen como cigarrillos. Una pieza poética envuelta en la depresión del bajo, la guitarra rítmica y percusiones electrónicas.
La canción que le pudo haber dado nombre al disco, The Mephistopheles of Los Angeles, está cargada de referencias autobiográficas como marcas de tinta en los brazos. Tres efes como tres seis, aparecen en un estribillo que se pregunta: Are we faded, faithful or fatal? (¿Somos condenados, fieles o mortales?). Francesco Carrozzini en impecable blanco y negro pone en escena a Manson como un profeta hereje que redime convictos y ofrece sacrificios humanos en la periferia de Los Angeles.
Warship my wreck (Buque de guerra de mi naufragio), es un lamento en medio de una relación amorosa autodestructiva en medio de la lentitud y el vértigo de loops cortados por las guitarras. Hay un juego de palabras entre warship y worship que se resuelve en la automutilación y los deseos suicidas. Este tema cierra la primera parte del disco que en adelante se hace hipnótico y familiar.
“La voluntad humana, obliga a lo invisible… los dioses están dispuestos a obedecer...” Con unas líneas de la poeta ocultista Ella Wheeler Wilcox, amplificada por un megáfono, comienza Slave only dreams to be King. Un contrapunto entre percusión y riffs de guitarra sostienen la voz de Manson que denuncia en un coro desgarrado a los esclavos por rechazar la libertad en su ambición de ser reyes.
“Tengo al diablo bajo mis pies”, dice el narrador precedido por el beat de la batería seguida por una línea de bajo, The Devil Beneath My Feet. La guitarra rompe la rutina y la letra trae a cuento un pacto fáustico donde la arrogancia derrota la culpa y la condena. Luego, Byrds of hell awaiting, anuncia el fin del disco evocando a Black Sabbath: “Los pajaros del infierno esperan con sus alas de fuego. No son Fénix, nena. Es tu deseo de muerte. Esta es tu muerte…tu deseo de muerte.”
Cupid Carries a Gun, es una canción de brujas. El tema de una serie de televisión sobre los juicios a las brujas de Salem. Mantiene la densidad de los cortes anteriores con una percusión sacada de la era oscura de Depeche Mode. El disco cierra con Odds of Even, una canción fúnebre: la casa de la muerte donde los ángeles mueren en los brazos de los demonios…
Para algunos Marilyn Manson no es la figura contracultural de otros tiempos, su energía contestataria se hace implosiva y melancólica, pero sigue yendo en contra como una triste caricatura de lo que fue. Sin embargo, The Pale Empereor suena como un grito que arrastra la tradición del rock de las cruces invertidas con un aíre de clásico contemporáneo.
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